Cárcel: ¿El destino de los tres Independientes?

1993

Luro Verum

Por Rafael Navarro Barrón

Falta uno, el de Ciudad Juárez. Dos ya pisaron la cárcel y sus nombres y circunstancias han sido motivo de escarnio, no solo por la implicación política, sino por los actos delincuenciales que se les adjudican y que han cometido.
No son ‘presuntos’, son delincuentes; desde hace años se mueven en ese ambiente delincuencial, con la impunidad que otorga el poder político. Lo que en México es imposible por el nefasto proteccionismo, en Estados Unidos es posible porque no están presentes los acuerdos políticos que todo lo corrompen, todo lo empañan hasta que el tiempo y el cansancio terminan por frenar los procesos judiciales.
La justicia norteamericana, la mano poderosa del infalible Rambo, envió tras las rejas a César Duarte; en México una acción casi imposible. Y luego le tocó al ‘Independiente’, Alfredo Lozoya, The Horse, el alias que lo ubica en las cárceles del Tío Sam.


Recordemos que los Independientes arribaron al poder público sintiéndose la última Coca Cola del desierto. Pregonaban pulcritud, independencia, honestidad. El Independiente de Juárez se atrevió a confesar ante el pueblo que no se preocuparan por su integridad moral que era un simple “católico promedio”, asumiendo la auto absolución que lo colocaba en el camino de seguir pecando y luego apegarse, primero, al criterio de oportunidad, para librarse de la penitencia que le esperaba al Jefe Duarte; luego, el lector de noticias en el Canal 44, obtuvo la beatificación tras convertirse en un ‘cardenal’ más de la Cuarta Transformación.
¿Pulcritud? Para nada, los independientes resultaron ladrones consumados, falsarios que en su ambiciosa carrera decidieron brincar a los corrales de los partidos políticos. Su convicción, sus hipócritas discursos antipartidistas, su lucha contra la corrupción y contra los falsos políticos, acabaron en el retrete de la oratoria barata.
Porque así ocurre en nuestro país, en el México destrozado por los infelices políticos. Por eso el caso de Armando Cabada nos lleva a profundas reflexiones. Muchas veces nos hemos preguntado por qué esos aires de impunidad y la respuesta es más que obvia: el Canal 44 y sus reporteros; su cuerpo directivo, conoce tantos secretos de los políticos y empresarios chihuahuenses que tiemblan de miedo con la sola idea de emprender alguna acción penal contra el actual diputado por Morena.

En su momento salieron algunos memes de Armando Cabada

Esos secretos también se guardan en los archivos de medios de comunicación. Y de allí la particular circunstancia vivida en el quinquenio de Corral Jurado. Era imposible una acción penal contra Armando Cabada, como no se atrevió a proceder contra los periodistas de la nómina secreta de Duarte.
Desde niño, Corral Jurado, llegó al Canal 44. Le decían el ‘Niño Maravilla’, cuando en realidad era un infante amayorado, imprudente y precoz. Desde la infancia, la familia Cabada, conocía la verdadera historia del ex gobernador, sus deslices; los préstamos que le hizo don Arnoldo y que nunca pago; conocía o conocen los aspectos de la niñez del ex gobernante ¿Cuántos secretos conservan en su anecdotario familiar y periodístico? Imposible la cárcel para el diputado pluri.
El PAN y sus gobernantes, no fueron la excepción. Me atrevo a quitar de esa lista al ex alcalde Francisco Villarreal Torres. Y aquí el reto: ninguno de los otros ex alcaldes panistas se salvan de los acuerdos extra periodísticos- ventajosos para los medios- que se tejieron para que la impunidad fuera garantizada. Así es como se guardaron secretos indecibles y crónicas de horror; borracheras que concluían en confrontaciones; líos de faldas y con falderos…y así, sin ir más lejos.
Entonces ¿se atreverá el Fiscal de Maru, el terrible Francisco Javier Fierro Duarte a emprender alguna acción de la justicia contra Armando Cabada?
Obvio es que no, como no ocurrió con Corral Jurado, ni ocurrió con César Duarte. El terror a la televisora, ahora dispersa en los principales municipios de la entidad, inquieta a cualquier gobernante, mucho más al actual gobierno que encabeza la maestra Campos Galván que, por desgracia, perdió la calidad moral para emprender acciones contra la corrupción por ese pasado que la acusa.
En los grupos periodísticos informales se conocen muchas ‘historias’ que jamás serán publicadas oficialmente. Muchos de esa información inculpa a los hacedores del poder político y empresarial. Fotografías, audios, videos, documentos, anécdotas; viajes a Las Vegas, donde los excesos son impublicables. Juntos, de la mano, empresarios, políticos, periodistas dando rienda suelta a sus instintos. Como dice el dicho “lo que pasa en Las Vegas, se queda en las Vegas”.
Infinidad de acuerdos dieron rienda suelta a la impunidad y garantizaron la protección de gobernantes que invirtieron más en el silencio de la prensa que en el combate a la pobreza. Así de mezquina es esa relación de poder y medios de comunicación, algo que ha alcanzado la indignación del actual presidente de la república que, en el fondo, pica diariamente la llaga de la vergüenza y hace públicas las conspiraciones, acuerdos, ocultamiento de información, intercambio de favores, despidos de periodistas y presiones a los entes del activismo social que no se ajustan a las pretensiones de ese poder nefasto.


Jaime Rodríguez, El Bronco, gobernó Nuevo León y actualmente esté preso; Alfredo ‘El Caballo’ Lozoya, estuvo al frente del Municipio de Parral, Chihuahua y en este momento libra un proceso judicial que le prohíbe salir de los Estados Unidos y Armando Cabada (que no tiene apodo equino); estuvo al frente de la presidencia municipal de Juárez, Chihuahua y actualmente es sujeto a varias investigaciones por desvío de recursos.
Los tres se creían soñados como ‘Independientes’. Sus discursos en contra de los partidos políticos evidenciaban la mentira y la simulación para esconder sus verdaderos propósitos y evitar que se mancharan sus carreras políticas. Literalmente, los ex alcaldes de Chihuahua, eran marionetas de los ambiciosos jefes de partido, a los que ellos denostaban públicamente.
La llegada de Armando Cabada al gobierno municipal, fue la mascarada del ‘Jefe Duarte’, como le llamaban los miembros del ‘clan de la nómina secreta’; el ‘Plan Duarte’, se gestó en reuniones secretas que ni su mismo sayo e incondicional para la gubernatura, Enrique Serrano se enteró de la maniobra electoral.
La intención duartista fue un boomerang que golpeó e hirió de muerte al partido político que representaba: la primera intención fue promover en Ciudad Juárez a Armando Cabada a quien le otorgó recursos económicos para el desarrollo de su campaña. Lo de la nómina secreta era, apenas, una simple morralla, comparada con los montones de recursos que se usaron para esa elección.
Tan bien diseñado estuvo el Plan Duarte, que Serrano, el incondicional candidato a la gubernatura, casi seis años después, reveló que la estructura priista – y, seguramente, la Secretaría de Gobernación- había realizado una especie de fraude electoral en Chihuahua para que perdiera el mismo PRI.
El odio de Duarte hacia sus adversarios políticos, crecía sin freno, dejando en el camino a los incondicionales que lo arrimaron a la silla del poder, como su primo Nacho Duarte, la empresaria Nora Yu, diputados y periodistas; nadie sabía porque la ira del gobernante se convertía en un ataque frontal de un día para otro; de pronto experimentaban un silencio sepulcral que mataba de angustia al más avezado político.
De aquí nació la otra intención duartista. Había toda una trama para aniquilar políticamente a Héctor Murguía. Al político conocido como Teto, lo traía atravesado el gobernador Duarte. Los emisarios del ballezano obtenían del poderoso empresario las frases y apodos que le recetaba al ahora preso en Miami.


A Teto primero lo entusiasmaron y le juraron que sería el candidato al gobierno estatal. La primera parte de la intriga la encabezó Beatriz Paredes Rangel, La Beto, como picarescamente le apodan los políticos priistas. Cuando Duarte estaba listo para la competencia, la entonces dirigente del PRI alentaba a Teto con la perversa idea de que estaba a punto de ser destapado.
Murguía Lardizábal tronaba cuando una columna publicaba que el ganador de la candidatura era César Duarte. Cuando la farsa fue descubierta, antes de que el empresario reaccionara públicamente, le propusieron ser alcalde de Ciudad Juárez, así fue la segunda ronda.
Luego vino la tercera decepción, cuando el villano de Palacio eligió a Serrano. Teto esperaba el día, en que el PRI le cumpliera lo prometido. Los números lo ponían a Teto en la cúspide de las encuestas, pero Duarte tenía otros planes.
La tercera ronda hundió emocionalmente al dueño de Pinturas Dekoro, después de dos elecciones ganadas al hilo, por un amplio margen, estaba a punto de convertirse en un candidato perdedor a la alcaldía, cuando las encuestas decían lo contrario.
Era inconcebible que Héctor Murguía fuera derrotado en la carrera a la alcaldía de Ciudad Juárez y menos por un candidato de tan poca monta como Armando Cabada. Aún sin ser candidato a la gubernatura, mantenía los mejores números a nivel estatal para ganar, por amplio margen, a Javier Corral Jurado.
Serrano Escobar nunca pudo despuntar. Su imagen no encendía a los priistas. Adusto, frío, repetitivo, acartonado, lleno de prejuicios y con un discurso anticorrupción que no permeaba cuando tenía, casi debajo de la cama, la historia de saqueo de su padrino político.
La imagen de Teto Murguía no era la de un político incondicional. No se había sujetado jamás al vulgar ladrón, sino por el contrario, lo ubicaba como una víctima, como objeto de la más alta traición por parte del voraz gobernante. Por muchos puntos tenía más oportunidad ganar que Serrano, como la tuvo en las mediciones contra el mismo Duarte seis años atrás.
Los números de Teto Murguía, se sostuvieron siempre muy por encima de los electos candidatos del PRI, como un Reyes Baeza o el mismo Patricio Martínez. Por diversos motivos, el PRI siempre tuvo una excusa y una salida electoral para el ex alcalde Murguía.
Solamente un acto de villanía, como las que adornaron el gobierno de Duarte pudo consumar el golpe final a Teto. Ya sabemos que la estructura priista se movió el día ‘D’ a favor del dueño de Don Boletón. La instrucción fue ejecutada con especial maestría, mientras el boomerang se regresaba para golpear al titular del poder Ejecutivo que, sin saberlo, gestaba la llegada del inútil huevón de Javier Corral.

El odio de César Duarte Jáquez, fue la mano que cerró la reja de la cárcel de Miami donde se encuentra actualmente. El ‘César de los Gobernadores’, como lo llamó Juan Gabriel, se hundía en la tumba que excavó para otros.
En la cúspide del poder, los Independientes se reunían con frecuencia: en Ciudad Juárez, en Chihuahua, en Monterrey, en la Ciudad de México. El tramado se realizó durante meses como se reúnen los miembros de una cofradía.
Las declaraciones que realizaban al calor pre-electoral eran muy parecidas, porque los independientes jugaban su parte. Lanzaban envestidas tronantes, desafiantes, oratoria falsa, con una innegable intención mediática. Los pendejetes parecían la mera verdad, no se diga el de Ciudad Juárez, que es un actor consumado, una auténtica copia de las ‘lamentatrices’ que lloraron la muerte de Lázaro, el amigo de Jesús.
Lo dijo uno de los tíos, que mantuvo una cercanía con don Arnoldo por muchos años: “Armando es capaz de convencer al diablo de que es dios; cuando quiere algo, hasta llora el muy cabrón…”.
Y así era, en aquel tiempo los independientes de Chihuahua parecían cortados con la misma tijera y no hay duda de que la mano que sostenía las filosas tenazas era la del vulgar ladrón del ex gobernador Duarte, impulsor inicial del Caballo y posteriormente de Cabada.
Luego vino el tiempo del deslinde, cuando el Caballo decidió caer en los brazos del senador Dante Delgado Rannauro, el dueño de Movimiento Ciudadano.


Y aquí es donde las circunstancias cambian. El Caballo, ambicioso como él solo, empezó el camino para adueñarse del partido naranja y Dante, lleno de ambición, motivado por el avance en Jalisco y Nuevo León, creyó que la figura del ex independiente de Parral, sería suficiente para ganar Chihuahua.
Entonces, las condiciones estaban dadas para que el flamante independiente de Ciudad Juárez, Armando Cabada despejara las dudas de su militancia. Del Clan de la Nómina Secreta, brincaba a Morena, aprovechando la relación tejida con Juan Carlos Loera, en un partido político donde la moral es el último requisito que se pide en esa obsesión por ganar espacios políticos.
Su posición de Independiente se convirtió en un acto fecal. Cómo interpretar aquel mensaje de toma de protesta en la segunda etapa de su administración en Ciudad Juárez, cuando Cabada refería: “la historia nos vuelve a dar la oportunidad a los juarenses de seguir haciendo historia, ya que la nueva legislación electoral, aunque sigue siendo tremendamente dispareja para los candidatos independientes, ahora nos permite buscar la reelección, para continuar trabajando por la comunidad, haciéndolo alejado de los intereses partidistas que nada contribuyen al avance social”.
Como príncipe y señor de la mentira, el político ganó simpatías asumiendo la posición de independiente.
Alfredo ‘El Caballo’ Lozoya, ex alcalde de Parral y ex candidato a la gubernatura por el Movimiento Ciudadano, El “caballo” Lozoya, está libre, pero enfrenta las secuelas de un proceso penal en los Estados Unidos, donde fue detenido por personal de Investigaciones de Seguridad Nacional, en un cruce internacional.
Pesaba sobre él una orden de ser arrestado, emitida el 18 de marzo del 2021 por falsificar documentos en la venta de unas aeronaves.
El ex gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, El Bronco fue detenido por la recolección irregular de firmas para garantizar su participación en la campaña presidencial en 2018, así como desvío de recursos humanos y materiales.
La Fiscalía Especializada en Delitos Electorales de Nuevo León especificó que el cumplimiento de la orden de aprehensión fue por su “probable” participación en delitos electorales.
El que sigue es Cabada o más bien, el que debería seguir en el proceso de justicia contra estas lacras políticas, es Cabada. No ocurrirá lo previsible, porque los que pueden meterlo a la cárcel están más embarrados que el pañal de un niño y más asustados que un gato en un cuarto sin ventanas. No ocurrirá porque para usar la mano de la justicia se necesita una cirugía de corte de rabo que evite el atorón en la puerta que atrapará a los delincuentes.