Cuando un demente nos gobierna

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LURO VERUM

Por Rafael Navarro Barrón

No son los medios de comunicación, ni los detractores naturales, ni los analistas políticos. No son las granjas de bots; ni es un asunto entre chairos y fifís… son los políticos los causantes de su misma desgracia.
Las rabiosas reacciones en contra de los mismos políticos, es la cosecha de lo que siembran, de sus palabras que se convierten en un boomerang de odio y desenfreno, de su falta de estabilidad emocional, de su locura.

Muchos detractores afirmaron que el ex presidente de los EU. no estaba bien de sus facultades mentales

Nos han gobernado enfermos mentales y hemos permitido su dirección. Muy pocos de los que pisan las estructuras de gobierno logran sucumbir a la desgracia de la demencia que genera el poder, el dinero, las drogas, las mujeres y desvaríos sexuales.
Fue por Maru Campos, la actual gobernadora de Chihuahua y por Adriana Fuentes Téllez, actual funcionaria municipal, que supimos que dos funcionarios morenistas, uno en el área federal y otro en el municipal, eran golpeadores de mujeres.
Y nos enteramos de más cosas: con el rostro de inocente que muestra públicamente nuestra ahora gobernadora, en el único debate que se realizó, previo a la elección de gobernador, le espetó a Juan Carlos Loera un par de frases devastadora. Le dijo que “era un títere de López Obrador y que dejara de hacerle el juego a Corral”. El entonces candidato a la gubernatura por Morena le reviró el nada elogioso mensaje y la llamó “delincuente”.
No fue la prensa la encargada de esos adjetivos políticos, fueron ellos mismos. Y de allí viene nuestra irremediable pregunta… ¿por qué se enojan cuando son recordados esos deslices, esas piezas retóricas que los dibujan tal como son?


La locura política se traduce en excesos de poder, con una marcada bipolaridad digna de un vómito. Públicamente se presentan como emisarios cambios en el país, de una pomposa Cuarta Transformación, dicen encabezar y pertenecer a partidos honestos, esos que “no mienten, que no roban y que no traicionan”, pero en la práctica son otra cosa.
En un restaurante de Ciudad Juárez, cuando Rafael Espino se movía en todo el país como consejero de Petróleos Mexicanos y se había difundido que era un serio aspirante a la candidatura de Morena al gobierno de Chihuahua, escuché a un empresario de Nuevo León hablar de las magníficas relaciones que tenía el ahora legislador con una alta funcionaria del Sistema de Administración Tributaria (SAT).
Yo estuve allí, en esa reunión. Nadie me lo contó. El empresario de Monterrey decía que “Rafa podía ayudar a empresarios chihuahuenses a arreglar los problemas con el SAT”. Tenía ese poder por la cercanía con el presidente de la república. Incluso se vertieron ejemplos de lo que el especialista en derecho fiscal había realizado con distinguidos empresarios del país aprovechando sus buenos oficios.
Rafa Espino ejercía la política del piquete de panza con los funcionarios del SAT y su poder es manifiesto porque es muy cercano a la 4T.
En ese entonces, el equipo de Espino buscaba un encuentro con el dueño de Bafar, Eugenio Baeza, para ‘arreglarle’ un problema muy fuerte que tenía con el SAT. En esos momentos se tenía pensado abrir una oficina de atención fiscal en Ciudad Juárez que diera los servicios de ‘tráfico de influencias’, ya que Espino “se dedica a eso…a utilizar las influencias con el SAT” y resolver problemas graves y evitar el terrorismo fiscal que ejerce el gobierno federal a través de su brazo ejecutor.
El servicio que ofrecían los amigos y socios de Espino, incluía el cobro de un ‘porcentaje’ por el arreglo de la cuenta. Así lo escuché. Nadie me lo platicó, ni es una historia negra para afectar al flamante legislador morenista que un día soñó con gobernar Chihuahua.
¿A poco ya se nos olvidaron las historias? Allí están, rondando en la desmesura, en la demencia política. Repito: muy pocos funcionarios se han sostenido en equilibrio al momento de dirigir su periodo administrativo. Pero son muy pocos.


Allí están las historias que hablan por sí solas. Patricio Martínez y sus ataques de ira, cuyas explosiones generaban destrozos a oficinas y lugares públicos; hasta agresiones físicas a sus subalternos como sucedió con el procurador de esa época, Chito Solís; Fernando Baeza y su continua evasión mental, el despiste en los momentos difíciles que aún son muy notorios en esa personalidad a la que ya nos acostumbramos.
Y qué decir del desquiciamiento de Saúl González Herrera que le ocasionó una parálisis facial después de un encuentro con grupos radicales panistas que lo seguían a pie, después de salir de casa, sin permitirle subirse al vehículo oficial. El entonces gobernador interino, ya casi con la boca chueca, les gritaba ¡fanáticos! Y de allí una penosa rehabilitación por la parálisis facial que se la aplicaban en una zona de palacio, a un costado de la Secretaría General de gobierno.
Un acto parecido le tocó vivir a José Reyes Baeza. En un ataque de pánico, luego de un encuentro traumático, registrado en la Casa de Gobierno, el político sintió los efectos de gobernar rodeado de traidores. Su notoria timidez, que obtuviera notoriedad gracias al senador Gustavo Madero que difundió, en una reunión con panistas de Ciudad Juárez, que al gobernador le decían el ‘huevos tibios’ por no tomar el toro por los cuernos.


O qué decir de César Duarte y sus delirios de poder y grandeza. El creer que era la reencarnación de Francisco Villa; aquel día en la casa de gobierno, vestido del Centauro del Norte, posando frente a una cámara que captó el momento demencial. El ladrón ballezano lucía una camisa de mezclilla café, una carrillera en cruz que caía por el pecho, un pantalón de mezclilla, un revolver, botines y un sombrero jipi.


También se cuentan las horas y horas cantando con el ‘divo de Juárez’, donde el gobernante perdía la cordura y daba pie a historias vergonzosas que retrataban al político detrás del mito.
También ese desperfecto campeó en los dominios de Javier Corral que practicaba golf en uno de los salones del Palacio de Gobierno; que realizaba tertulias literarias, con poesía, prosa versada y vino tinto y discursos emulando a los pensadores que imita en la base discursiva pero no en los hechos.
Un día Patricio Martínez, en otra ocasión César Duarte, muchas veces Javier Corral, cuando todos eran gobernantes, sin cuidar las formas, fueron sacados de Palacio empapados en alcohol, después de muchas botellas de vino tinto y coñac que degustaron hasta convertirse en verdaderos animales, cargados por sus guaruras.
Para amenizar las borracheras, la música de cámara, el cuarteto al estilo porfiriano que hizo cantar y bailar a Patricio Martínez y a Javier Corral. Cada quién en su tiempo.
Los personajes son como gemelos: violentos, borrachos, mentirosos, megalómanos, creyéndose intelectuales, bohemios y aristócratas.
El panista intentaba revivir los tiempos de pobre, cuando gorreaba un trago en el bar Emilios de Ciudad Juárez, cantando al son del piano al centro de la pista.
Sus locuras lo llevaban a realizar paseos con sus mascotas por los patios y pasillos de Palacio y retratarse con ellos, como si fuera el príncipe de Gales tras una jornada de cacería.
Y en el lugar donde mataron al Padre de la Patria, los perros defecando y orinando mientras el orate se sentía Pericles o Gómez Morín.
A eso ¿cómo se llama? ¿Y a lo vulgar, lo prosaico y demencial?
También se cuentan las ‘otras, historias negras.
Las fantasías sexuales en los salones de palacio; en las oficinas públicas. Las historias abundan, pero la discreción obliga en este artículo porque es el político y sus perversiones las que no nos toca juzgar solo referir porque se realizan en lugares que son del pueblo.
La acción se repite, impunemente, en cada municipio pobre o rico del Estado de Chihuahua.
La dama en el escritorio, jadeante y el ‘servidor público’, mostrando sus miserias, mirando la escena, cuidando las puertas remachadas, mientras sus escoltas, pagados por el erario público, resguardan el exterior de la oficina anidando el secreto de aquel vulgar, sucio e imbécil político que sentó en la silla de gobierno todas sus perversiones.
El nido de amor es la casa de todos que se amancilla, que ahora es ocupada, sin restricción alguna, por quien lamentablemente ganó las elecciones y se apoderó de un puesto que le quedó muy grande.
Alguien puede decir que las extravagancias de Francisco Villarreal Torres, el finado alcalde panista, eran las vivencias casi sacras, como las hacen ver, del “mejor presidente municipal de ha tenido Ciudad Juárez”. El empresario tenía como fiel compañera a una perra Pastor Alemán a quien le mandaba de comer paletas de limón de la nevería Trevly, qué casi se sentaba en la mesa del magnate y dormía en su cama, a sus pies; su obsesión por el francés y las lecturas obligadas de cuanta literatura del ‘idioma del amor’ llegaba a casa.
¿Es apropiado que aquel hombre sordo y gordo, tragón y mal vestido pudiera considerarse sano de mente con todas esas excentricidades?
Y en esa cuna donde se gesta la locura oficial, un alcalde que mandó construir un cuartito a prueba de sonido en la oficina de la presidencia municipal de Juárez, para tener encuentros políticos e íntimos; presidentes municipales que convirtieron la unidad administrativa Benito Juárez en un mini palacio de Versalles donde conjuntaban sus pasiones oscuras que explotaban en un cuarto oculto, donde colocaron una cama, un mini closet y un baño con agua caliente.
Y nadie se salva. Cada uno con sus pecado y anécdotas. Unos explosivos y demasiado estúpidos para estar en la silla de gobierno municipal. Gritando, fanfarroneando, creando ambientes intoxicados por su falsa honestidad. Francisco Barrio, Ramón Galindo, Gustavo Elizondo, José Reyes Ferriz, Héctor Murguía, Jesús Alfredo Delgado, Manuel Quevedo; los finados Francisco Villarreal, Jaime Bermúdez y Jesús Macías. Los más actuales: Enrique Serrano, Armando Cabada y Cruz Pérez Cuéllar.
En torno a ellos surge una infinidad de versiones periodísticas que los ridiculizan y los catapultan en las redes sociales como la versión caricaturesca de su vida política, pero ellos se sienten soñados.


Todavía aguantamos sus aberraciones administrativas, ocurrencias y obras mal hechas. La ciudad endeudada, sucia, oscura, con calles llenas de baches. Todavía tenemos que escucharlos hablar maravillas de sus administraciones porque pavimentaron, porque hicieron un parque público, porque construyeron un puente, porque colocaron una obra de ‘arte’ que le costó sangre al pueblo, porque hicieron escuelas, domos y caminos. ¿Qué no era su obligación?
Tenemos que referir el presente, la retórica oficial que, de ser aparentemente privada, de pronto se vuelve pública.
La versión de que Javier Corral Jurado es un huevón, no surgió de las estructuras mediáticas, ni de sus enemigos, sino de las personas cercanas a su estructura de mando cuando gobernó Chihuahua.
La versión fue confirmada por quien fuera su Coordinador de Comunicación Social, el periodista Antonio Pinedo quien aseguró que al primer año de gobierno corralista los colaboradores del gobernador batallaban para que trabajara, para impulsarlo a que realizara su actividad como titular del poder ejecutivo estatal, porque es un “pinche huevón, siempre lo ha sido”, refirió el ex funcionario en una entrevista televisiva.
Que Javier Corral fuera descalificado durante la campaña de Andrés Manuel López Obrador como “muy poco gobernador para tan grandes gobernados”, no provino de una campaña oculta, sino de la boca del que ahora gobierna el país.
En ese embalaje de ataques, con la guerra del agua en el Estado de Chihuahua, Javier Corral refirió, al hablar de AMLO que “Es ruin, es vulgar la manipulación que hace el gobierno de la República de la información. Lo primero que hay que lamentar es la tragedia de México. Haber pasado de un presidente corrupto y corruptor como lo fue Peña Nieto, a un presidente que siembra el odio que manipula y falta a la verdad”.

Foto de Norte Digital

Durante el único debate que se registró en la campaña a gobernador del Estado, María Eugenia Campos y Juan Carlos Loera se enfrascaron en cuestionamientos y ataques, como el momento en que la candidata panista le dijo a Loera: “Títere del presidente. Síguele haciendo caso a Corral”.
En el debate, la candidata panista se presentó orgullosa de su origen, del esfuerzo y de su trabajo y refirió que “muertos por la inseguridad, feminicidios, fallecidos por la pandemia y obras mal hechas convirtieron a México en un cementerio”, dijo al debatir.
Luego se refirió a Loera: “Todo tiene un límite. Todo mundo sabe que lo que usted dice es una persecución política para evitar que estuviera hoy aquí. ¿Y qué creen? Aquí estoy, le duela a quien le duela”.
“Y te digo una cosa Juan Carlos: Es la última vez que aquí se ataca a una mujer. A partir de septiembre, se acabó la violencia contra las mujeres”, en abierta referencia a la fama que tiene el delegado o súperdelegado de programas federales como golpeador de mujeres y como misógino. Maru no ocultó versión que corre con mucha frecuencia en los diálogos entre políticos.
“Tú sigue haciéndole el trabajo a Corral y sigue siendo un títere del presidente”.
Juan Carlos Loera dijo que la candidata del Partido Acción Nacional, María Eugenia Campos, utiliza el tema de la igualdad y la violencia de género como una mascarada para encubrir sus delitos. Insistió en que Campos no puede posicionarse en muchos temas, especialmente en los de seguridad porque es una candidata que se encuentra libre bajo fianza por temas de corrupción, y esos no tienen género.
Loera refirió a uno de los peritos grafoscópicos, Sergio García Vidaurri, por avalar que las firmas de Maru en 34 recibos de pago fueron falsificadas, en el caso de la nómina secreta del exgobernador.
“El perito que abraza a la candidata de Duarte es un falso, igual que las promesas que nos está haciendo”, respondió Loera al ataque.
Luego afirmó que Maru en dos o tres meses “podría estar en la cárcel” por el proceso en su contra, pues le quitaron su pasaporte y dejó en prenda su casa ante las autoridades para asegurar que no va a escapar.
Calificó de miserable el que haya recibido dinero de Duarte, y ante esa situación afirmó que en su Gobierno no habrá moches ni más nóminas secretas.
Y la lista de hechos y palabras sigue, sigue y sigue pero alguno de los lectores me dijo que no hiciera tan largos los textos y como ven, en mi caso, es imposible.
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