La puesta en escena de Marco Bonilla

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El alcalde de la Capital, Marco Bonilla, concluyó su mandato con el tercer y último informe de actividades en un Teatro de la Ciudad que se acercó al lleno total. El evento, al que asistieron la gobernadora Campos Galván y varios exalcaldes (con la notable ausencia de Carlos Borruel y Marco Quezada, ahora en Morena), se transformó en una crónica de sus tres años al mando, enfocándose en Infraestructura, Gobierno Abierto, Desarrollo Social, Económico y Seguridad Pública.

El informe, sin duda, fue una revisión exhaustiva de sus logros y desafíos, pero también sirvió como una síntesis de sus propuestas de campaña. En un ambiente político cada vez más enrarecido, donde el diálogo y los acuerdos serán cruciales para el futuro de la ciudad, el evento parecía destinado a consolidar su legado mientras se prepara para los próximos tres años.

Sin embargo, más allá del protocolo y la diplomacia política, lo que realmente destacó fue el dispositivo de seguridad que rodeó el evento. Para proteger el recinto, se desplegó un operativo monumental: 122 agentes de la Policía Municipal, el grupo SWAT, una unidad militar, dos de la Guardia Nacional, un grupo de policías estatales y una veintena de agentes viales. El bloqueo del centro de la ciudad, que empezó a las 15:10 y terminó a las 20:55, provocó una congestión vehicular que no dejó de recordar al caótico 10 de mayo.

Quizás se podría decir que la magnitud del despliegue de seguridad fue desproporcionada para el evento, que en esencia se convirtió en un reiterado espectáculo de política y gestión. La extravagancia del operativo dejó un sabor a poco en medio de una ciudad que, en su día a día, lucha con problemas mucho más urgentes que una puesta en escena. En resumen, el informe fue un esfuerzo por dejar una marca duradera, pero el despliegue excesivo de seguridad y la congestión resultante dieron la impresión de que la verdadera noticia no era lo que se decía en el escenario, sino el inmenso aparato que lo rodeaba.

La terna del futuro: La danza de los aspirantes

La gobernadora María Eugenia Campos Galván parece estar en pleno proceso de preparar su terna para la candidatura a la gubernatura del estado, moviéndose con astucia para garantizar una transición efectiva bajo el ala del PAN. El candidato natural, por razones obvias, sería el actual y reelecto alcalde de la capital, Marco Bonilla Mendoza. Sin embargo, hay algo en su relación con la gobernadora que sugiere una falta de sincronía total.

Recientemente, la gobernadora ha dado señales claras al alinear a otros posibles contendientes. El alcalde de Delicias, Jesús Valenciano, ha recibido el visto bueno, aunque enfrenta el hándicap de que su municipio, a pesar de ser importante y reelecto, no posee el peso poblacional de la capital. Esto lo coloca en desventaja en términos de representación y visibilidad, aunque anda encampañado en Juárez y la capital con la puesta en macrha de varios espectaculares.

Sin embargo, el más reciente movimiento de la mandataria ha puesto en la palestra a la alcaldesa de Meoqui, Miriam Soto. En una reunión de presidentes municipales en Palacio de Gobierno, Campos Galván no escatimó elogios, refiriéndose a Soto como una “chingona” y destacando su potencial como figura política a seguir. Esta referencia no solo la coloca en la terna, sino que también abre la puerta a sorpresas inesperadas, especialmente considerando que, en los próximos tres años, el panorama político puede cambiar significativamente.

La presencia de Miriam Soto en la terna, aunque puede parecer sorpresiva, es un reflejo de la dinámica política en constante evolución y de la habilidad de la gobernadora para mantener sus opciones abiertas mientras asegura un candidato que pueda sostener el poder del PAN en el futuro.

En resumen, la carrera hacia la candidatura a la gubernatura del 2027 se está volviendo cada vez más intrigante. La competencia interna, las alianzas y las sorpresas inesperadas están en juego.

El reparto de comisiones en el senado y la paradoja chihuahuense

En el reciente reparto de comisiones en el Senado de la República, tres chihuahuenses han obtenido puestos destacados que reflejan el complejo entramado político del país. Juan Carlos Loera de la Rosa presidirá la comisión de la Frontera Norte, Andrea Chávez, también de Morena, liderará la comisión de Bienestar, y Javier Corral se hará cargo de la comisión de Justicia. Este último nombramiento, sin embargo, ha generado una serie de reacciones encontradas.

Corral, quien en el pasado fue gobernador de Chihuahua y es actualmente una figura controversial, ha generado críticas por su nuevo rol al frente de la comisión de Justicia. Su ascenso a esta posición ha sido visto por algunos como una ironía dada la situación política en Chihuahua, donde enfrenta acusaciones relacionadas con presuntos delitos. La paradoja no pasa desapercibida: mientras en su estado natal se le busca por la presunta comisión de un delito, a nivel nacional se le coloca en una posición de alta relevancia y responsabilidad.

El respaldo de Morena a Corral ha generado desconcierto y críticas, con muchos percibiendo una incongruencia en su nombramiento. En un momento en que la integridad y la justicia son temas candentes en la arena política, la designación de Corral parece desafiar las normas de coherencia y honorabilidad. La percepción de que el partido está “entronizando” a alguien con problemas legales plantea preguntas sobre los criterios utilizados para la asignación de estas comisiones y sobre la influencia política en el manejo de tales nombramientos.

Por otro lado, la presencia de Juan Carlos Loera y Andrea Chávez en comisiones relevantes refleja el esfuerzo de Morena por consolidar su influencia en temas clave como la frontera y el bienestar social. Ambos tienen el reto de cumplir con las expectativas de sus cargos y con la responsabilidad que conlleva liderar comisiones de gran impacto para el país.

En conclusión, el reparto de comisiones no solo destaca la presencia de chihuahuenses en posiciones influyentes, sino que también subraya las tensiones y contradicciones en la política nacional. La asignación de Javier Corral a la comisión de Justicia, en particular, ilustra las complejas dinámicas que a veces dominan el escenario político, donde los intereses y las percepciones pueden desafiar las normas convencionales de transparencia y justicia.

La controversia de la comisión a Javier Corral y el estallido de Mario Vázquez

FOTO DE PUENTE LIBRE

La reciente distribución de comisiones en el Senado de la República ha generado una polémica significativa, y el senador panista Mario Vázquez ha sido una de las voces más destacadas en esta controversia. Al conocerse la lista, Vázquez no dudó en expresar su descontento con la designación de Javier Corral al frente de la comisión de Justicia. Para Vázquez, la elección resulta no solo incongruente, sino también una afrenta a la justicia, dado que Corral está en medio de una serie de acusaciones y controversias legales.

En su intervención, Vázquez comparó la situación con la de otros personajes asociados con el pasado de Corral, como su exsecretario de Hacienda, Arturo Fuentes Vélez, y el excoordinador de Comunicación Social, Antonio Pinedo Cornejo, quienes también enfrentan serias acusaciones. Vázquez destacó la ironía de que alguien que, a su juicio, está en fuga de la justicia y rodeado de cuestionamientos legales, sea ahora el encargado de supervisar los temas de justicia en el Senado. Su declaración subraya la percepción de una profunda incongruencia en la asignación de responsabilidades.

El senador panista dejó claro que no considera que el cargo sea un “día de campo” para Corral. Vázquez se mostró dispuesto a confrontar cualquier intento de Corral de usar su nueva posición como un refugio de impunidad. Esta postura refleja una clara intención de desafiar y cuestionar la legitimidad del nombramiento, lo que promete intensificar la dinámica de las discusiones en el Senado.

En paralelo, es relevante recordar que el panista Ricardo Anaya, quien también ocupa un escaño en el Senado, ya ha tenido intercambios notables con Corral en el pasado. Anaya, conocido por su aguda retórica y capacidad para el debate, le dio a Corral una “bailada bien y bonita” en un debate previo, lo que añade otra capa de complejidad al ambiente político que enfrenta Corral.

En resumen, la controversia en torno a la designación de Javier Corral a la comisión de Justicia no solo ha sacudido el escenario político, sino que ha puesto de relieve las tensiones internas y las rivalidades dentro del Senado. La reacción de Mario Vázquez y la historia de debates pasados con Ricardo Anaya indican que el camino para Corral al frente de esta comisión no será nada sencillo, y el ambiente político promete estar cargado de desafíos y confrontaciones.