Libra ‘Flash’ Bustos una dura pelea abajo del ring

1486

Por Rafael Navarro Barrón

Flash Bustos, es un joven, de la función pública, que lleva el box en sus venas. Su vida transcurre entre su cargo -en el gobierno estatal- y el olor característico del sudor que se respira en los gimnasios donde entrena a cuatro pugilistas locales que pudieran tener un prometedor futuro.
En entrevista, José Bustos Venegas recuerda sus tiempos de gloria en el cuadrilátero. “Estuve a punto de ir a las Olimpiadas de Londres 2012”, dice con orgullo y revela que es el único juarense que ha peleado en el Madison Square Garden, de Nueva York.
Pero también confiesa, con dolor, está librando la peor de sus batallas debajo del ring: un especialista diagnosticó que padece ‘principios de esclerosis múltiple’, una enfermedad degenerativa que termina por inhabilitar físicamente a sus víctimas.
Su padecimiento le afectó el habla, pero no la voluntad. “Hay luchas que se pelean arriba del ring y otras se viven abajo…”, señala este hombre que fue un boxeador que peleó en la categoría ‘súper gallo’ y ‘pluma’.
A sus 33 años, “la edad en que murió Jesucristo”, señala el mismo, aún conserva el cuerpo espigado. Corre 10 kilómetros cinco días a la semana y realiza el trabajo de funcionario en la Subsecretaría de Desarrollo Humano y Bien Común, zona norte.
“Afortunadamente, el actual gobierno, tiene un rostro humano y otorga oportunidades a las personas con alguna discapacidad”, menciona aludiendo su caso.
Repite, como si fuera una máxima en la que cree con total fervor, las palabras de la gobernadora, Maru Campos. “Hay que evitar el dolor evitable”.
En la subsecretaría, donde actualmente presta sus servicios, asegura que “estamos haciendo actos que cambian vidas”.


Y con cierto humor, muestra la foto con la gobernadora Maru Campos, a quien le regaló unos guantes de boxeo, color azul, “como el azul del PAN”, y ambos posaron para la fotografía como si estuvieran en posición de combate”.
José Bustos graduó de la Universidad Autónoma de Chihuahua como licenciado en Administración Pública y Ciencias Políticas y es de los sobrevivientes de la administración pasada, cuando estuvo como titular de la subsecretaría el exalcalde Ramón Galindo Noriega, a quien “le aprendí mucho”, señala Flash, como se le conoce en el ambiente pugilístico.
Le entusiasmó la función pública por una circunstancia que el mismo experimentó. Era un adolescente, iniciado en el box, y recibía una beca de la entonces Subsecretaría de Fomento Social por haber ganado una medalla de oro durante una competencia nacional.
“Cuando llegué a la ventanilla a recoger mi beca deportiva, la persona que atendía los trámites me dijo que no había llegado el recurso…así, fríamente”, refiere el pugilista.
“Antes de irme pregunté a la persona de la ventanilla: ¿qué necesito estudiar para ser como tú?” La respuesta fue lacónica: “no, mi chavo, pues una licenciatura. Cursando puedes entrar a la función pública.”
Fue así como decidió ingresar a la extensión universitaria de la Uach y se graduó con el mejor promedio de su generación. Llegado el tiempo, empezó a trabajar en la dependencia estatal donde un día, un mal trato, lo motivó a convertirse en un servidor público.
Hace más de dos años, me enteré de la existencia y de la carrera boxística de Flash Bustos. Con insistencia, durante algunos meses le solicité una entrevista sobre el sueño de ser boxeador y los motivos por los que decidió retirarse del cuadrilátero, no obstante llevar una carrera en ascenso.
La entrevista se consumó casi dos años después. Durante el encuentro mostró la fragilidad que le ha provocado la vida en el pasado reciente. Tres duelos -en menos de un año- marcaron su momento.

¿Qué pasó con tu mamá?

“Falleció. Fue un duro momento. Sufrió una convulsión derivada de un derrame cerebral. Fue desgastante. Permaneció un mes en el hospital, hasta que murió”, relata con melancolía José Bustos.
Su madre llevó el nombre de Sandra Venegas Beltrán. Era el pilar de sus hijos José y Osvaldo, este último el hermano mayor. Su papá los abandonó cuando ambos eran adolescentes.
“Mi padre me inició como beisbolista, pero a mi me empezó a gustar el box. Le pegaba a un saco de entrenamiento para fortalecer mis manos. Inició como un pasatiempo, para vencer el estrés y para defenderme de mi hermano mayor, que a veces me pegaba”, señala entre risas.
Recuerda a su padre. Allí está capítulo que marcó una adolescencia y juventud donde solo estuvo su madre. Deseaba que el hombre que lo impulsó en el arranque de su carrera deportiva, lo acompañara en su debut como boxeador profesional, pero “ya no estaba”.
“Después de 16 años lo volví a ver. Esto fue recientemente, pero no tratamos el pasado”, platica con naturalidad, aquel niño ahora convertido en un hombre.
A los 12 años, José empezó a pegarle al ‘costal’, regularmente relleno de aserrín o arena. A los 17, el Comité Olímpico Mexicano lo citó a la Ciudad de México para una pelea que definiría quiénes conformaría la comisión mexicana de boxeo para los juegos de Londres 2012.
Su mente lúcida, recuerda con exactitud las fechas, los rivales y los lugares donde peleó. A los 14 años, Flash Bustos empezó como amateur y en los años siguientes fue campeón municipal, estatal, regional y nacional.
A los 18 años debutó profesionalmente en el desaparecido gimnasio ‘Manuel Auza Prieto’. “No únicamente me dieron la oportunidad, sino la llave para nuevas oportunidades”.
A los 22 años peleó en el Madison Square Garden de Nueva York, donde lamentablemente perdió por decisión, en la categoría de ‘peso ligero’.
De allí surgió una frase que navega en el pensamiento del pugilista: “Quiero que tú seas el segundo”, y expresa el deseo de que cualquier juarense, o alguno de los cuatro jóvenes fronterizos que siguen sus instrucciones en el difícil deporte del boxeo, den un buen momento a México en esa misma arena de Estados Unidos.


Y orgulloso refiere que se trata de cuatro esperanzas del pugilismo, son jóvenes que viven en Ciudad Juárez. Flash se convirtió en los últimos años en ‘Promotor de Talentos Deportivos’, cuya misión es aconsejar, apoyar económicamente, conseguir peleas de buena voluntad y correr con ellos de lunes a viernes desde la madrugada.
En la categoría de súper gallo y pluma, peleó en Las Vegas, Nevada; Los Ángeles, California; Nueva York; Puerto Rico, Washington y la Ciudad de México.
Recuerda con nostalgia el duro capítulo que se convirtió en la antesala de su retiro como boxeador. La pelea se realizó en la Ciudad de México, en el 2018. Estaba en juego un campeonato nacional. En ese escenario de lesionó el hombro.
“Tuvieron que parar la pelea y, obviamente, no gané”; la situación se repitió en el 2019, en Las Vegas, Nevada. “De nueva cuenta me lesioné el hombro y allí entendí que mi carrera se había acabado. Las condiciones de salud no estaban dadas para seguir adelante”.
Durante un tiempo, acudió con un terapeuta ucraniano en la Ciudad de El Paso, Texas, pero no hubo éxito, aunque se resolvió el problema para poder llevar una vida normal, pero sin el boxeo.
Ese mismo año, en el 2018, se afilió al Partido Acción Nacional, en donde pretende realizar una carrera política, no obstante, su condición médica que, poco a poco, ha podido sortear sin que se presenten situaciones críticas.

¿Recuerdas cómo empezó tu enfermedad?

“Con una parálisis facial. Al checarme un médico, se estableció que era un problema de salud distinto al que regularmente provoca parálisis en la cara”.
Pero después vino un diagnóstico inesperado: principios de Esclerosis Múltiple.
“Fueron momentos muy difíciles”. Recuerda que en una ocasión le realizaron una punción lumbar “que regularmente se realiza con una jeringa que tiene una aguja muy larga. El procedimiento es muy doloroso”.
“La enfermedad me afectó el habla, algo que aún estoy padeciendo, aunque en menor grado”. En la actualidad acude a terapia del lenguaje. Es parte de la terapia, además de acudir con un sicólogo, con un terapeuta físico y con un tanatólogo.
Y ante la adversidad de esa dura enfermedad asienta: “No hay batalla dura, sino la que no se ha luchado”.
“Se aprende del box. Ese deporte es como una filosofía de vida”, sentencia José Bustos y luego explica: “para ese deporte se necesita disciplina, responsabilidad y sacrificio; es exactamente igual que en la vida, por eso estoy saliendo adelante”.
Con mucha serenidad, establece que “no se puede llegar lejos si no se aplican esas tres premisas. En lo particular, todos los días replico esos tres principios en mi vida…en lo que venga”.
Asume los tres duelos de su vida con cierta naturalidad. Su madre era un pilar muy importante y la perdió en un mes; la enfermedad fue una sorpresa que se presentó sin un síntoma previo…solo llegó y lo inhabilitó algunas semanas; “fueron momentos muy difíciles”.
Luego, cuando estaba en ese trance, en esa tormenta donde la depresión y el desánimo hacen acto de presencia, llegó su divorcio. De este momento habla poco y afirma que la relación con su exesposa es permanente y hay una amistad muy profunda.
Parece gritar al mundo este regalo de vida. En lo particular “yo le agradezco a Dios porque lo que ha ocurrido lo veo como una oportunidad; los tres duelos me han ido formando. Son sabios de la vida.”, asegura Flash Bustos.
Es sábado por la mañana y el funcionario y ex pugilista está listo para seguir su vida. Lo esperan para hacer un viaje corto a Villa Ahumada y ¿después? “Pues, después, la vida sigue…hasta el momento en que suene la campana”.