Un periodismo al revés

1983

LURO VERUM

Por: Rafael Navarro Barrón

Trabajar en medios de comunicación de alto alcance moral, era en el pasado el privilegio más grande de los que nos dedicamos al periodismo; no eran congregaciones de santidad, ni mucho menos santuarios para honrar la ética, pero la apertura periodística era un privilegio que se analizaba de acuerdo a cada circunstancia.


Todos sabíamos que aquellos viejos periodistas, sin títulos universitarios, eran unas ratas, eran corruptos, algunos alcohólicos y les gustaba vivir muy bien, pero no eran meretrices y su nivel de dignidad era muy alto, lleno de honra.
Increíble, pero el último gobernador que cayó por la presión periodística ejercida en aquella época por los medios de Comunicación de la Ciudad de Chihuahua, después de que el gobernador Oscar Soto Máynez, depuesto en 1955, incurriera en actos delictivos. Un año antes de concluir su mandato como jefe del Ejecutivo Estatal, lo acusaron del asesinato de un taxista, Juan Cereceres, además de ser un político odiado y de generar un clima de intranquilidad social que movió a los sectores productivos, políticos, sociales y religiosos de la entidad, de ejercer una presión que le obligó a pedir licencia.
Don Lázaro Villarreal, el fundador de esa famosa mueblería que lleva su apellido hasta el día de hoy, además de haber sido padre de Francisco Villarreal Torres, ex alcalde de Juárez, fue factor fundamental para la caída del gobernante.
La actual vieja guardia del periodismo está a punto de cumplir 50 años de ejercicio activo; otros, entre 30 y 40 años, recorriendo, prácticamente, todos los puestos relacionados con la edición del medio de comunicación que cada uno eligió.
Esa vieja guardia tenemos entre 55 y 70 años de edad. Muchos se sostienen fuertes y activos en la misión periodística. No nos tocó vivir esos momentos de intranquilidad social, política, guerrilleril, empresarial, que fue el origen del hartazgo de los partidos políticos que pugnaron por un cambio democrático que aún no está concluido.


En este nuevo tiempo de apertura mediática, los adjetivos han cobrado un lugar especial en el ejercicio de la comunicación. Qué nadie se asuste, qué nadie crea lo que no es. Mentarle la madre a un político es un acto de justicia, de catarsis, porque no hay otra opción para sentirnos bien por el mal que nos hacen.
Sólo se dice lo que el pueblo siente, lo que se vive y experimenta en el día a día. No más. ¿A poco creemos sus discursos zalameros, mediocres, estultos, fatuos? Están llenos de tantos complejos que dejar de faltarles al respeto es darles espacio a que sigan haciendo sus marranadas.
Increíble, pero cierto, salvo las versiones mentirosas, mezcladas con una gran realidad, Javier Corral logró meter a la cárcel a los ‘corruptos’ en el tiempo duartista y al mismo César de los gobernadores, según la descripción de Juan Gabriel. Eso es todo. Ningún ex funcionario público y, ¡vaya que hay cientos de ellos que han delinquido!, han pisado la cárcel por los delitos que se les adjudican.
Los medios de comunicación, a diario, escriben y escriben; denuncian y hacen públicos actos punitivos que nadie investiga, que se quedan en el garguero del comunicador sin que nadie lo escuche.
Y esos funcionarios y ex funcionarios siguen siendo tratados con el título de ‘don’; recorren los caros restaurantes y son vistos en todos los eventos políticos. Siempre me pregunto ¿Qué no tienen vergüenza? Estoy seguro que no, porque viven como los grandes hacedores del crecimiento de las urbes chihuahuenses.
Los últimos alcaldes de Ciudad Juárez, ¿no transitan por las calles desgastadas, no miran las obras que son una vergüenza a la arquitectura moderna, a la urbanización y al crecimiento ordenado de la frontera?.


Los políticos acusados de corrupción, parecen yerba mala, mientras más los denuncian, los acusan y los exhiben, más crecen y crecen y se multiplican sin ninguna acción legal en su contra.
Los pocos casos que se judicializan quedan en simples denuncias. La Fiscalía se encarga de enviarlos a la congeladora oficial, no sabemos si por orden del gobernador o gobernadora en turno o porque alguien les pide el favor, junto con un sobre de dólares.
De allí parte el lenguaje inclusivo, la nueva versión social que será una cucharada de miel para los que nos gobiernan. Nos duele la cabeza al observar la gran cantidad de notas periodísticas sin ninguna observación editorial. Así nos tienen, como perros afuera de las carnicerías esperando los pellejos o los huesos. El tema me hizo recordar una anécdota en el tiempo del alcalde panista, Jesús Alfredo Delgado. A este personaje le tocó remozar la fuente que se ubica en el cruce de las avenidas Américas e inicio de la 16 de Septiembre.
En aquel entonces tenía a mi cargo la conducción de un programa de análisis en la estación 860Noticias y nos habían pedido que, durante todo el programa, “habláramos de las bondades” de la nueva obra y “del alcalde”.
Y allí estaba yo, en pleno día, con el sol que me machacaba la piel, rodeado de compañeros de micrófono que teníamos la encomienda de hablar las bondades de aquella ‘pedorra’ fuente con un pésimo mapa del Estado de Chihuahua dibujado en el medio y unas espreas que parecían el ‘pirrín’ de un anciano con prostatitis.
Volteábamos a la fuente y decíamos al aire “está es la más majestuosa obra que ha tenido Ciudad Juárez…la Fontana de Trevi, la Cibeles española son niños de kínder, son una pipitilla arquitectónica, comparadas con esta mega obra”. Claro que todos se pitorreaban de nosotros, menos los encargados de la negociación con la presidencia municipal que estaban felices de aquella pieza de oratoria, en vivo y en directo.


Hoy, esa fuente, es la letrina y la alberca pública de los hermanos rarámuris que ignoran la gran inversión y el enorme ridículo que hice aquel día.
Esas nefastas reglas, se repetían en el ‘apoyo’ incondicional, utilizando toda la estructura periodística a candidatos a la gubernatura, por el partido que pague más y por aquellos que le lleguen al precio al dueño del medio de comunicación. Cosa fácil para esas meretrices.
“Hablar bien, hablar bien, hablar bien…”, era un mantra que provenía de la oficina del dueño. Los periodistas contrarios a la ‘línea editorial’ vivían su calvario, sin entender las reglas, mentándole la madre al patrón y a quien había vendido la pluma de todos.
Además, en los medios de comunicación escritos, se ordenaba correr a todos los editorialistas y moneros (caricaturistas) que eran contrarios al candidato en turno o a aquellos que no se apegaran a la ordenanza patronal.
Lo mismo sucedía con los grandes anunciantes. Prohibidísimo hablar, escribir o pensar algo en contra de la Carta Blanca, de los Superetes del Río (y de toda la estructura comercial de la familia De la Vega, incluyendo sus fraudulentas gasolineras), después se incluyeron los Oxxos, los Supermercados González, los Smart, las gasolineras de don Caca Grande, la leche de la influyente familia que la regenteaba. Hablar mal de las gaseras era como atentar contra el Buda de los musulmanes.
Imposible hablar de los bares y cantinas, de los antros, nos decían que era porque los narcos las manejaban y era muy peligroso. Los grandes jefes de la mafia convivían con los dueños de medios. De hecho, varios periodistas, fueron corridos por nombrar a esos zares en las notas periodísticas que no alcanzaban a ser revisadas por los jefes de redacción.

Foto: Yo Ciudadano

El Centro Coordinador Empresarial nos agarraba de la parte media entre pierna y pierna, bajo la amenaza de negar la inclusión de los desplegados que se generaban en esas tertulias orgásmicas en donde los dueños de la ciudad decidían denunciar un hecho importante.
La Feria Juárez, era también un tema tabú en la frontera. Los gobernantes y los miembros de la iniciativa privada, en su momento, robaban sin piedad. Muchas veces los recibía en la oficina y los escuchaba horas decirme que eran santos, puros, impolutos, llenos de gracia divina. Y el alcalde en turno pidiendo clemencia para estos ladrones.
Luego vino otra forma más burda de robar con los grandes eventos del populacho. El gran autor, ya lo sabemos, fue Armando Cabada, que integró a los compadres que lo acompañan en sus aventuras y negocios y monopolizaron la corrupción de la feria.
Escribir algo en contra de las Asociación de Maquiladoras era sinónimo de un ‘hara kiri’ porque podrían retirar toda la publicidad, principalmente los clasificados en busca de empleados para atraer a juarenses y después explotarlos en el interior de los centros de concentración que se conocen como naves industriales.
Y así se tejieron historias de excesos de poder, y de una falsa democracia que revela la verdadera podredumbre de los medios de comunicación.
La llegada de Javier Corral al gobierno de Chihuahua motivó, en mucho, a los periodistas de a pie, a los que sufrían la censura interior y exterior y que eran echados de los trabajos sin ninguna defensa, ni legal ni moral.
En campaña, Javier Corral, de triste memoria, reveló los incongruentes ingresos que tenían los patrones de los medios de comunicación, porque lo que recibían del gobierno y otras fuentes, no repercutía en un buen salario en beneficio de los empleados que se dedicaban a transmitir las noticias.


En su toma de protesta, Javier Corral dijo que “no habrá convenios de publicidad” y “que en función de las necesidades del gobierno y de los chihuahuenses, se contratarían los espacios que se requieran”, a través de un nuevo marco jurídico que propondría al Congreso estatal.
Habló de racionalizar y transparentar el gasto publicitario y que jamás se subordinaría a ese gasto o para motivar “la línea editorial de algún medio, para comprar el halago, la complicidad o el encubrimiento”. También se acabará el dinero público de la entidad “para el culto a la personalidad del gobernador o la promoción personal de algún funcionario público”.
Al día de hoy podemos decir que ese discurso fue una farsa. La misma historia se repite en la actualidad. Los periodistas deben de prepararse para el lenguaje inclusivo de la nueva política porque los que gobiernan están muy molestos por lo que se dice de ellos.
Los jefes de comunicación social de los nuevos gobiernos fungen como auténticos miembros de la gran inquisición, son los perfectos Torquemada de la comunicación. Muchos de ellos fueron valientes periodistas antes de arribar, junto con su nuevo patrón al poder, ahora son unos perritos falderos, llorones y de triste memoria.
En este tiempo, los periodistas que han incursionado como sus propios patrones, sufren para lograr sobrevivir en esta nueva etapa de la relación prensa-gobierno.
Para comer o para tener una dádiva del gobierno, los periodistas están siendo obligados a aplicar el principio de la genuflexión 24/7. Deben aprender a estar de rodillas ante esa nueva casta corrupta que nos gobierna. Cualquier mínima ofensa que ofenda al gobernante genera molestia y es sinónimo de castigo.
Tenemos que acostumbrarnos al silencio de sus WhatsApp. Durante la campaña, cuando necesitaban el apoyo periodístico, suplicaban, prometían y hasta nos hacían sentir parte de su movimiento. Ahora, el periodista implora, suplica y espera horas en la antesala de las oficinas para, al final, recibir un ‘no’ de la secretaria porque “el licenciado está muy ocupado y no lo puede recibir”.
Entonces, en un nuevo ejercicio periodístico tenemos que acostumbrarnos a escribir bajo un nuevo concepto de comunicación. Hablar de las estúpidas acciones que realizan, de las imbéciles declaraciones que divulgan a través de sus propias redes sociales, a replicar los boletines de prensa como si fueran evangelios bíblicos.
Qué hubiera sucedido si el personaje más grande de todos los tiempos, Jesucristo, en la era actual hubiera dirigió un mensaje como el que propinó al gobierno eclesiástico de su época.


“Lo que les digan, guárdenlo y háganlo; mas no hagan conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
“Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
“Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres…y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: maestros.
“Más ¡Ay de ustedes porque devoran las casas de las viudas!; recorren mar y tierra para hacer un seguidor de su causa, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que ustedes.
¡Ay de ustedes, guías ciegos! ¡Insensatos y ciegos! ¡Ay de ustedes, hipócritas! porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
“Así también ustedes, por fuera, a la verdad, se muestran justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad.
“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparan de la condenación del infierno?”
Esto último, es Palabra de Dios. Amén.