La esencia del Día de Muertos se materializó en cada uno de los rincones del IADA, lugar que cientos de universitarios transformaron en el espacio idóneo para privilegiar el recuerdo sobre el olvido a través de Altares y Tumbas, evento que organiza la comunidad de esta casa de estudios y que ha hecho raíz en esta frontera a lo largo de 40 años. Entre flores de cempasúchil, papel picado, aserrín, ingenio y creatividad de los estudiantes, miles de juarenses y paseños formaron parte del recorrido por la diversidad de altares que se colocaron para celebrar y honrar la vida de aquellos que ya partieron. El origen de esta conmemoración indica que cada 2 de noviembre, en el Día de Muertos, las almas de los difuntos vuelven al mundo de los vivos para pasar tiempo con sus familiares esta celebración, lo cual es posible a través de los altares que sus seres queridos colocan en su memoria. Además de la variedad de actividades que envuelven a esta tradición mexicana, el evento, 100 % UACJ, también contó con sus ya conocidas tumbas de panteón y tumbas chuscas; igualmente en Altares y Tumbas tuvo su área de comida para que los visitantes se deleitaran con una gran variedad de platillos mexicanos. Pero lo que realmente trascendió en esta edición, y que marcó el regresó de este evento, fue un tapete de aserrín de aproximadamente 20 metros que proveía un breve recorrido por el campus, que dio muestra del talento de los universitarios que se esmeraron en colocar exposiciones alusivas a la fecha. En 2003 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a esta festividad como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, por su importancia y significado al tratarse de una expresión tradicional, integradora, representativa y comunitaria.