Comunicado muy urgente

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LURO VERUM

Por Rafael Navarro Barrón

Por medio de la presente solicitamos, respetuosamente a las autoridades recién electas, a los legisladores y a todos aquellos que tienen cargos menores como regidores y síndicos, que se dejen ya de tanta estupidez, mariconería, estridencias, lamentos, truhanerías y todo aquello que aminore su ya de por sí decaída imagen social y personal.
Desde la lejanía del público que observa, permítanme decirlo, pero los vemos tan mamones, tan poca cosa, tan soberbios y superficiales. ¿Para eso llegaron al poder? En serio, no jodan. Más de lo mismo.
No les bastó observar al vulgar ladrón de César Duarte y al vulgar huevón de Javier Corral. Once años de estridencia. Cuánta payasada: en pijamas, pisando la alfombra del avión con calcetines Falke, como debe ser en los niveles altos de la truhanería.


Los vimos montados en los aviones del pueblo, bebiendo vinos de la cava de Eloy Vallina y Jaime Galván. Haciendo honor a esa calaña empresarial que no se han cansado de exprimir y mamar del gobierno, como vulgares estafadores.
Cuánta arrogancia, repetida ahora en las figuras de los nuevos gobernantes. Montados en los falsos mitos del poder y en los vehículos que les prestará el pueblo y que nunca podrán comprar con sus salarios privados.
Los veo transitar por las calles de Juárez, rodeados de famélicos guaruras que juran y recontra juran que nunca votarían por esos trúhanes de la política a los que cuidan. Están hartos de las esposas de sus jefes que son exigentes y mamonas, prepotentes y ególatras. El silencio de los escoltas a veces es el grito que se escupe en la cara de sus jefes.
Ellos saben sus secretos. Hasta el olor de los pedos que se echan después de salir, bien comidos, del Ardeo, del Great American, de El Chapa, del Angus, del Shangri La.
Pero su paso por la gran metrópoli juarense se ahoga en una ciudad llena de hoyos, de promesas fallidas, de excusas. Las calles sin lámparas, llenas de basura, pero el 85 por ciento de los medios de comunicación le entregaron la dignidad y la moral a Armando Cabada y ahora repiten como pericos que fue el mejor alcalde de la historia.
Pero no nos preocupemos por nada, los nuevos funcionarios públicos ya llegaron y son hábiles cuando están frente a las cámaras, repitiendo las mismas promesas, las mismas mentiras de sus antecesores.

No hay innovación, ni esperanza para la ciudad, mucho menos para el Estado. La ciudad más grande de la entidad, la cuarta más poblada del país, seguirá siendo la más olvidada, como siempre. No hay tiempo para que la magia se dé, mucho menos con las garras mortíferas de los que llegan a hacerse cargo de la administración pública.
Es nuestra ciudad, nuestro Juárez. Así la amamos, pero exigimos verla renovada. No es un asunto de hacer obras para marcar precedentes, o para tener que informar. Se trata de muchas cosas.


En la ciudad de Chihuahua, basta recorrer el periférico de la Juventud para realizar el inevitable ejercicio de mentadas de madre a Francisco Barrio, por miedoso y mujerujo; a Patricio Martínez, por saqueador y odiar a los fronterizos; a Reyes Baeza, por huevos tibios; a César Duarte, a este dos veces las mentadas por saquear las cuentas públicas descaradamente; y a Javier Corral Jurado por ser un imbécil e inútil. Y quisiéramos espetarles, gritarles en la cara lo que son y lo que representan para nosotros… ¡¿por qué abandonaron a Juárez, culeros?!
No deseamos un solo ladrillo de Chihuahua, Dios bendiga a esa ciudad que se levantó con dignidad y se convirtió en un municipio de ensueño. No es un asunto de estar celosos y preguntarnos por qué ellos sí y nosotros no.
Lo que irrita es que prometan tanto y cumplan tan poco. Dos gobernadores fronterizos que no hicieron nada por su ciudad. ¡Qué Culeros!
Ahora nos enfrentamos a una nueva realidad, los nuevos gobernantes y sus séquitos legislativos, los síndicos y regidores. Están a punto de lanzarse al vacío de toda la vida. Nos indigna que sean tan vendidos, tan ojetes con el pueblo; que sean levantadedos, que obedezcan a principios facciosos y se olviden del terruño, del lugar donde vivimos… de quién les paga.


Recuerdo a Leticia Ortega, la ex sindica y ahora diputada; a Esther Mejía, su sucesora; observo a los regidores vendidos que el pueblo les permitió regresar; un Enrique Torres, faldero de Leticia y Javier Corral; miro la lista de los que militan en Morena, el nuevo equipo de Cruz y quiero vomitar.
Ya veo a los regidores y a los diputados con las manos levantadas al aire. Cada vez que veo como tuercen sus ideales desearía decirles tantas cosas, pero como no tengo el don de la ubicuidad, el permiso del soberano para usar la tribuna, desde aquí les digo: ¡No sean tan vendidos!, ¡Tengan dignidad! ¡No jueguen con el pueblo!
Por diputados que se vendieron a Duarte y a Corral estamos como estamos; por regidores Independientes, panistas, morenistas, verdecologistas que se vendieron a Cabada, nos está llevando la tiznada. ¿A poco no da pena ajena escuchar al diputado Fernández Noroña, besándole los pies a AMLO, tirando dedo a una diputada opositora?
Sé que no tendrán dignidad y estarán en la tribuna legislativa defendiendo lo que creen y lo que no creen. Ustedes trabajan por consigna, es indigno que el pueblo les pague y ustedes lo saben.


Estamos aún ilusionados, pero al mismo tiempo preocupados. Nuevamente, la ahora gobernadora, viene a prometernos la transformación de Juárez. Para sellar el pacto armó toda una parafernalia política. La fiesta costosa e inútil, como es el hecho de venir a la ciudad, donde los juarenses están heridos. Aquí tomó protesta. Y desde el público esperamos con paciencia que nos dibujara la estrategia oficial para subsanar todas las marranadas que hizo la dupla absurda compuesta por Javier Corral y Armando Cabada. Cinco años de retroceso.
Esperamos, esperamos, esperamos…y no llegó la respuesta. Lo único que vemos es como la representante del poder ejecutivo se congracia con ‘El manotas’ de la Ley de Herodes, Cruz Pérez Cuéllar, que no tuvo madre para gastarse un millón de pesos diarios en dos eventos públicos: el Grito de Independencia, que incluyó un festejo VIP… como debe de ser.

Foto: Net Noticias

Luego, nos volvió a recetar el mismo platillo, con la Feria Juárez 2021, que inició desangelada, porque el pueblo está encabronado. Mucho show y poca madre.
Y hay que decirlo, no hemos perdido la esperanza, porque tenemos puesta la cara al cielo, pidiendo una respuesta de Maru Campos y su equipo. Es en serio, deseamos que la ex alcaldesa se ponga las pilas y se convierta en la próxima gobernadora de Chihuahua. Hasta este momento existe una mujer que está en la silla de palacio, pero aún no tenemos quien gobierne y se haga cargo de la entidad.
Hasta este día, no hay quien haga valer la voz moral. No desearíamos que Mary se convierta en otra comparsa que solape las ocurrencias de alcaldes y funcionarios de otros niveles de gobierno, sería letal para el Estado.
La ganadora de los pasados comicios está asustada porque sabe los alcances verborreícos de Pérez Cuéllar, de Juan Carlos Loera de la Rosa, del mismo presidente de la República; ignora los efectos de bailar sobre los hormigueros del narcotráfico, por eso el nuevo Fiscal estaba aterrado el día en que informó sobre la detención de La Changa, primer trofeo de este gobierno.
Pocos pueden entender las entrañas del poder político. Por eso la gente se pregunta, ¿qué magia puede tener su viaje en camionetas de primer mundo, con blindajes imitados por los narcos; qué sentido tiene que el pueblo les compre celulares Iphone que terminarán en manos de sus cónyuges e hijos?
Igual, igualitos que los de siempre. Subidos al ladrillo del poder, rodeados de seguridad excesiva, montados en los blindados, como si estuvieran en peligro de muerte. ¿Quién los va a matar? ¿quién los va a secuestrar? Mamones.
Ni siquiera preguntaré que se siente recorrer la jodida ciudad a bordo de sus camionetas suburban, blindadas nivel 3, 4 y 5. No preguntaré, porque no deseo caer en el onanismo en el que viven esos personajes. Lo que sí a ocurrir en Juárez es que cada día será más difícil para los tranzas que están en las poderosas sillas de los gobiernos, convertir la administración pública en la caja chica.