POR CÉSAR SÁNCHEZ LOYA.
LA CONTRAMARCHA
A una semana de la marcha de AMLO quedó demostrado que la revancha oficialista se consumó, fue aplastante, avasalladora, contundente, pocos desean captar el mensaje; AMLO satisfecho en su ego personal pudo mostrar una vez más la capacidad de convocatoria de su movimiento. La mayoría de los ciudadanos reafirmaron su convicción hacia la 4T que no ve contrapeso hasta ahora para hacerle “sombra”.
El gobierno de la ciudad de México dio cifras de asistencia a la marcha, poco más de un millón de personas entre acarreados y quien sí lo hizo por convicción, en el recuento de daños la oposición buscará de una u otra forma denostar mediáticamente el poderío de Andrés Manuel López Obrador y de su partido MORENA por demás evidente.
Una marcha que al igual que la de la oposición cumplió con las expectativas de sus simpatizantes; al final del día la manifestación no tenía como idea principal evaluar un gobierno con aciertos como sus programas sociales, obra pública e infraestructura, estabilidad cambiaria y desaciertos obvios en materia de salud, educación y seguridad un rubro donde a quedado mucho a deber, no hay estrategias significativas para la contención de la violencia en el país; pese a ello, sigue siendo uno de los presidentes mejor evaluados a nivel internacional.
El presidente de México encontró ese domingo su espacio natural para hacer y dejar hacer política, la manifestación sirvió como punta de lanza para que Claudia Sheinbaum y las otras dos corcholatas reafirmaran su lealtad al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador quien dijo durante el masivo mitin que sería una de sus últimas marchas y después al término de su gobierno se retiraría finalmente de la política dejando claro la no reelección. ¡Como temen sus adversarios!
Su discurso ante una multitud eufórica giro en torno a un proyecto de nación al que llamó Humanismo Mexicano, un modelo que tiene que ver con la cuarta transformación y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), habrá de tener como premisa valores humanos y la imperiosa necesidad de rechazar la violencia como vía para discernir, al hablar de humanismo, deberá tomar en cuenta espacios donde la libertad de expresión, no sea coaptada y la libertad de creencias, sea total, donde la democracia privilegie la forma de vida de las minorías tal y como lo establecen pensadores históricos del humanismo quienes buscaron exaltar las cualidades de la naturaleza humana.
Las manifestaciones multitudinarias, no son garantía de victorias electorales, pero algo indican; el dicho “el poder es para el quien lo detenta” y AMLO no es muestra fiel de tal principio, ha demostrado ser un líder que llegó al poder de forma legítima pese adversidades y adversarios, su sola presencia mueve masas, será la oposición la que deba encontrar estrategias que garanticen, no solo victorias pírricas; el diálogo y el consenso con el aparato gubernamental habrá de reivindicar su posicionamiento ante un electorado lleno de dudas e incertidumbre a la hora de sufragar el voto.
El completo rechazo a la polarización del discurso oficial, no se debe buscar por ningún motivo enconos que pretendan dividir al país, las marchas deben ser espacios de expresión de las ideas, de una auténtica democracia, donde se respeten creencias e ideologías partidistas, es a través del diálogo donde se dirimen diferencias del pensamiento humano. Por encima de todo el estado está obligado a fomentar el espíritu conciliador entre simpatizantes de izquierda y de derecha que nos lleven a “buen puerto” en el 2024.