“El Chueco”. Crónica de una muerte anunciada

823

Por César Sánchez Loya 

Todo parecía que era cuestión de tiempo y así fue; se equivoca quien le resta fuerza al Estado en lo acontecido, todo indica que fue algo pactado entre el crimen organizado y el gobierno, para llegar a un final feliz.

A ambos convenía terminar con la presión internacional, no importaba si vivo o muerto, pero se decidió por lo último; por aquello de que no fuera hablar de más.

La fotografía donde yace inerte con los ojos abiertos tiene lectura de una traición, fue su misma gente, en apariencia que obligada tomo la decisión de aniquilarlo.

La captura, no le convenía a nadie, es lógico que iba hablar y diría mucho de los compromisos entre gobierno y delincuencia organizada, no solo en la sierra tarahumara, es de escrutinio público los “arreglos” a los que suelen llegar corporaciones policiacas de los tres órdenes de gobierno.

Ni la muerte de un norteamericano, ni de una periodista, mucho menos la de un guía de turistas sería causa posible para poner de cabeza a los tres niveles de gobierno, pero si el asesinato de dos religiosos, de origen católico y de congregación jesuita.

Ese fue su error y sentencia de muerte de José Noriel Portillo Gil alias “el chueco” quien fue asesinado en Choix del estado de Sinaloa.

Con su muerte, ya no se le permitió andar a salto de mata ocasionando bajas de personal, equipo y materia prima que ponía diariamente la operatividad del crimen organizado, por lo que sin vacilar habrían dado la orden, “darlo de baja” son reglas, no escritas entre la gente dedicada al narcotráfico principalmente.

El tema permite especular, te permite hacer conclusiones que te acerquen alguna forma a la verdad, como sería conciso precisar que los demás impactos recibidos habrían sido posteriores a su muerte por la gente que fue a cumplir la misión, pero eso tendrá que callar o investigarse plenamente por la autoridad competente.

A partir de hoy, aún sin reconocerse por muchos la labor del Estado en su captura “el chueco” paso a mejor vida. La presión política que ejercía la opinión pública persiste, se duda, incluso de la forma en que se dan los hechos, a pesar de ello disminuye la confrontación que obligaba a un distanciamiento en la tensa relación entre iglesia y Estado.

Las heridas habrán de sanar, cierto es que esa región de Cerocahui, Bahuichivo, Urique, Creel y Barrancas del Cobre esperaran pacientemente aquella frase tan trillada “muera el rey viva el rey”. Ya sabremos pronto del próximo sucesor.

La problemática en la región, no concluye con su muerte, sino por lo que dejan de hacer las autoridades; comúnmente es omisión, complicidad, conveniencia o de plano la nula efectividad de nuestras corporaciones policiacas y no solo en la sierra del estado la violencia amenaza los principales municipios del estado con funestas consecuencias.