Teto, el político de los Podcast

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LURO VERUM

Por Rafael Navarro Barrón.

Es el Teto Murguía de siempre, pero ahora ‘vestido’ de guinda y con una simpatía hacia el presidente de la república. Aunque todo mundo afirma que quiere romper el récord de todos los tiempos, alcanzando el cargo de alcalde de Juárez (por tercera vez), él dice que no va a decir a qué cargo va, porque cuando alguien se sincera, “te surran con guamazos”.
“Yo no digo a donde voy, si me ofrecen la ONU me voy a la ONU…lo que sea”, dice en una entrevista con el Youtuber, Camilo Ochoa al que siguen millones de personas en el mundo.
Es Héctor Murguía, el empresario juarense que cruza los dedos para Claudia Sheinbaum, alias #EsClaudia sea la candidata al gobierno de la república. Es de todos sabido, que el ex alcalde, se ha mantenido firme en su preferencia. No anda de ‘chapulín’ encendiendo velas a #ElcarnalMarcelo ni al #VampirodeTabasco.
Es el Teto de las frases únicas que causan escozor a los interpelados y gracia a quienes nos deleitamos con ellas. Y hablando de frases, una que cae como anillo al dedo es la que ilustra la situación actual de la sucesión por la alcaldía: “son muchos los diablos para tan poca agua bendita”.


Y la insinuación cala, cómo no. Ya lo dijo Antonio Domínguez, el regidor del partido de Amlo: “Morena ya tiene alcalde y candidato, no tienen que andar buscando otro”. La referencia fue dirigida a Juan Carlos Loera de la Rosa, pero rebota igual contra la pendejita de Andrea Chávez, que también quiere la presidencia; y podría, ¿por qué no?, ser un jalón de orejas para el propio Héctor Murguía.
Es el Teto que no se cansa, porque dice traer la política en la sangre y que morirá en la raya, ese hombre que le dio tantas glorias al PRI, ¡señoras y señores!, está de regreso.
Olvidar debería de ser un pecado mortal. Cuando Teto concluyó su último periodo como alcalde, advirtió durante su mensaje de despedida: “me voy pero no me voy…” y lo cumplió, aquí está retornando, espectacularmente; aquí está ya, patrocinándose solo, recordando que los que un día le aplaudieron, ahora le aplauden a otros…pero así es la vida.
Regresó sin la pechocha que ahora es morenista y aplaude a Cruz Pérez Cuéllar. Ni modo, el hambre es cabrona.
Desde un escenario sui generis, donde el entrevistador es devorado por el entrevistado, que es mil veces más colmilludo y ‘podscatero’ -valga el término- que el joven youtuber, Camilo Ochoa, famoso porque brincó de las redes del narcotráfico a las redes de Internet, Teto habla con la templanza que le otorga la edad.
En esa entrevista, el ingeniero industrial advierte que en el gobierno morenista, en el sacrosanto templo de la decencia de don Amlo, hay quienes “mienten, traicionan y roban”. Saca pus, sin decir los nombres de los que maltratan los valores divulgados por el presidente López Obrador.
Teto Murguía rebosa de sinceridad, con la solvencia que otorgan otros valores: el poder económico y moral. El empresario nos deja pensando en la lista de los que mienten, traicionan y roban.
En realidad, no es difícil saberlo, pero como diría el máximo manual de nuestro país, el de la ‘Picardía Mexicana’, “en este mundo matraca de cagar y cagarla nadie se escapa”. Y sí, es casi un sacrilegio hablar mal de los políticos morenistas porque ahora resulta que todos son como don AMLO, se ponen en el papel de cabroncitos a denostar, a diestra y siniestra, a los periodistas que los acusan de ladrones y perversos; de golpeadores y ahorcadores de mujeres. Nos dicen de todo. Atizan la hoguera. Afilan dientes, colmillos y lengua… ¡culeros!
Teto sí sabe a quién se refiere. El político sabe quiénes son esos malagradecidos de la 4T que salieron buenos para robar, mentir y traicionar. De hecho, todos lo sabemos, pero nos hacemos pendejos.
El regidor Antonio Domínguez lo grita a los cuatro vientos y su osadía lo convirtió en un apestado, un alma doliente que seguramente, no quedará en la lista reeleccionista; el edil es para los morenos, constituidos como la mafia de Juárez, un alma en pena.

 

El regidor Antonio Domínguez.

Es como la historia del profe Martín Chaparro, el exdirigente estatal de Morena, el hacedor de los triunfos políticos en el Estado; en lugar de vestirlo de gloria, es como un miserable zombi, un apestado, el tiro al blanco de una bola de rufianes ojetes que tienen sueldo en la federación, que están día y noche, a horas de oficina, en la madrugada, defendiendo en los chats, ya no al presidente Amlo, sino a sus líderes regionales.
Se ríen cuando pendejean a Amlo, cuando le dicen el kks; ellos mismos suben a los chats los stickers que denostan al presidente López Obrador; le dicen ‘pinche anlo’ y nadie protesta. Así esto. Besamanos a quien los contrató, los arropó y los invita a la robadera espantosa; pero no hagan ruido, para que el presidente no se entere.
Por eso Teto no quiso ir más allá. Hablar es colocarse una soga en el cuello, es dispararse en los pies, es hacerse un ‘hara kiri’, es cortarse las venas…
Teto fue cauto en la entrevista que el youtuber Camilo Ochoa, le hizo. El empresario navegó por el mar de las anécdotas, recordó el episodio aquel cuando enfrentó a García Luna y denunció que cuando vigiló la ciudad la Policía Federal, en Ciudad Juárez, hubo robos, secuestros, extorsiones. Le mataron a uno de sus escoltas.
El ex alcalde no se dobló y contó como en la segunda etapa como alcalde puso orden en Ciudad Juárez con el teniente Julián Leyzaola Pérez, nombrado secretario de Seguridad Pública Municipal.
El otoño ha llegado a su vida. Confiesa sin reparo su edad. El dueño de pinturas Dekoro y de una amplia red inmobiliaria, cumplió 70 años de edad; el festejo fue el apoteósico 13 de marzo, que por fortuna cayó en lunes y, contrario a lo que se cree, por eso de los años bisiestos, en el 2024 caerá el miércoles brincándose el fatídico martes.
Cuando lo conocí, Teto acababa de cumplir 38 años de edad. Era un joven fogoso, aspiracionista de la clase alta, nunca fue clasista. El empresario es dueño de un singular don de sumar a sus adversarios.
Este especial personaje es de los que se estacionan en el tiempo y parece que la edad no evoluciona en ellos, una versión de Dorian Gray. Güero, de ojos casi claros, siempre oliendo a loción cara; altivo, vigilante, vivaz cuando se trata de bromear. Su carcajada es pegajosa.
Es el Teto que, a pesar de los orígenes familiares, muy apegados al PAN, pasó sus mejores épocas en el PRI, desafiando a los políticos de alta jerarquía. Fue traicionado por Patricio Martínez; afrontó a Reyes Baeza y resintió la vendetta de César Duarte Jáquez, que en este momento paga las consecuencias de las malas decisiones políticas.


A los 51 años fue por primera vez alcalde de Ciudad Juárez, pero ya había sido senador en el periodo de Ernesto Zedillo. Eran los escabrosos momentos en que gobernaba Reyes Baeza Terrazas, el político que se adormiló y al que le temblaron las larguiruchas piernas al verse superado por los espantosos momentos de violencia.
Teto creía que sería el candidato a gobernador, pero la mano despiadada del poder le daba la espalda y llamaba al ahora presidiario, César Duarte Jáquez a la competencia electoral.
El ingeniero Murguía confesó que esos momentos obscuros enferman a los políticos. Son momentos de mucha dificultad, es cuando nos damos cuenta que la condición del hombre no es como uno la concibe. Los apoyadores brincan de un candidato a otro y uno se queda solo. Hay traiciones y muchas chingaderas, ha confesado el político en muchas ocasiones.
#SoyCamiloOchoa se presentó el día de la entrevista con una cachucha negra. Movilizó al ingeniero y a sus acompañantes en una camioneta blindada, nada nuevo para el ex alcalde.
Presentó al político juarense con la anotación de que “amenaza con ser alcalde (de Juárez) por tercera vez”, pero Teto no cae en la trampa, le aclara que no es bueno abrirse, porque “lo zurran”.
En la medición de los tiempos se apresura para estar en la competencia. Él sabe que en el PAN no lo quieren; él sabe que el PRI está moribundo; él sabe que los chiqui partidos no tienen alcance alguno.
Él ingeniero Murguía sabe cómo se hace política. Ya tocó la puerta de #EsClaudia y, no hay que esperar mucho tiempo, para que sorprenda a la clase política conviviendo con sus nuevas amistades de la Familia Morena.
Y como lo dijo, está listo para ser “lo que sea”, pero nunca alejado de la política, que corre por sus venas.