El Congreso de la Reelección: Doroteo Zapata y la Perpetuación del Caciquismo Sindical

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La CTM, ese monstruo sindical que alguna vez fue un referente del movimiento obrero en México, acaba de realizar su XXIV Congreso Ordinario, que, por supuesto, no fue ordinario en lo absoluto. De hecho, más que un verdadero congreso, la cita fue un escenario cuidadosamente montado para validar lo que ya se sabía: la enésima reelección de Doroteo Zapata García como dirigente estatal de la central obrera.

Zapata, fiel a su estilo, presumió ante todos la transparencia y el voto libre en su reelección. Sin embargo, como ya es costumbre en este tipo de eventos, la realidad fue muy diferente. El proceso que se presentó como democrático estuvo marcado por el mismo caciquismo sindical de siempre, donde las decisiones son más una formalidad que un reflejo de la voluntad real de las bases. En el fondo, no hubo espacio para la oxigenación, ni para la renovación del liderazgo, sino más bien para la perpetuación de un sistema de poder que sigue funcionando bajo reglas arcaicas y personalistas.

¿Cuántas reelecciones le esperan a Doroteo Zapata? La respuesta más rápida y asertiva sería: todas. Mientras la estructura orgánica de la CTM siga funcionando como lo hace ahora, con una hegemonía sólida y casi intocable, no habrá necesidad de hablar de una verdadera alternancia en el poder sindical. El modelo está diseñado para que figuras como Zapata se mantengan en sus cargos indefinidamente, sin importar el desgaste o la necesidad de renovar las ideas al interior del movimiento obrero.

Porque, al final del día, lo que está en juego aquí no es un proyecto sindical que busque una verdadera mejora para los trabajadores, sino un esquema en el que las cuotas sindicales, las dádivas empresariales y los acuerdos con el poder político siguen cayendo como maná del cielo, alimentando la perpetuación del statu quo. Mientras tanto, los trabajadores, esos que deberían ser el centro de todo, siguen “aguantando vara”, con la esperanza de que algún día algo cambie, pero con la certeza de que mientras el sistema no se modifique, las cosas seguirán igual.

Y es que, en realidad, ni hablar, esas son las reglas del juego. Zapata y otros líderes sindicales han logrado crear un círculo vicioso en el que la independencia de los sindicatos y su capacidad de generar cambios reales se ven ahogadas por la falta de democratización interna. El congreso, que bien podría haber sido una oportunidad para discutir y reestructurar la confederación en un sentido más plural y participativo, no fue más que un teatro montado para seguir con la misma lógica clientelista y controladora que ha caracterizado a la CTM durante años.

Es un hecho: mientras el poder siga concentrado en unas pocas manos y mientras el sistema de cuotas y acuerdos sigan siendo la norma, no habrá oxigenación en los sindicatos. Y mientras tanto, el resto de los trabajadores seguirán luchando por encontrar una salida a un sistema que parece diseñado no para mejorar sus condiciones, sino para perpetuar la figura de un líder que, más que representar sus intereses, se ha convertido en un dueño de la organización.

La Desaparición de la Doble Pensión: ¿Una Medida Justa o Clientelismo Político?

En medio de la incertidumbre y el silencio posterior al proceso electoral, la noticia de la desaparición de la doble pensión para jubilados y adultos mayores de 65 años parece pasar desapercibida. Sin embargo, es una de esas medidas que tiene el potencial de cambiar la vida de miles de mexicanos, y no precisamente para bien.

La nueva disposición, que entrará en vigor el próximo año, implica que aquellos que ya reciben pensión por jubilación del IMSS o el ISSSTE, además de la pensión del Bienestar, deberán elegir entre una de las dos. Es decir, los beneficiarios de pensiones en el sector público de salud (IMSS, ISSSTE) ya no podrán seguir recibiendo simultáneamente la pensión del Bienestar, que había sido presentada como un apoyo universal a los adultos mayores. Ahora, el programa que originalmente buscaba garantizar un ingreso básico a todos los mayores de 65 años, se convertirá en algo mucho más selectivo.

¿Qué significa esta medida? Para empezar, ya no se puede hablar de una pensión universal, tal como se había prometido. De hecho, la eliminación de la doble pensión va en contra del principio de inclusión y universalidad que caracteriza a un sistema de bienestar. Aquellos jubilados que ya recibían pensión del IMSS o el ISSSTE, que si bien son trabajadores que aportaron durante años a su retiro, ahora se verán obligados a tomar una decisión difícil: ¿Mantener su pensión del Bienestar, que es menos cuantiosa, o seguir con los beneficios que les otorgan sus sistemas de jubilación?

Esta medida también deja entrever una contradicción en la política pública del gobierno actual. El programa de pensión para adultos mayores fue en su momento una de las grandes banderas de la 4T, utilizado como una herramienta de apoyo social en el marco de la lucha contra la pobreza. Pero al reducirlo a una opción en lugar de un derecho universal, se cuestiona si realmente el gobierno está comprometido con las necesidades de los sectores más vulnerables o si, como algunos sugieren, este beneficio se utilizó de forma clientelar para asegurar votos durante los procesos electorales.

La oportunidad que no se aprovechó: Si bien la medida tiene un componente fiscal, ya que busca evitar que un mismo grupo de personas reciba dos pensiones, también deja de lado una oportunidad de real reorganización y mejora en el sistema de bienestar. En lugar de diseñar un modelo que integre mejor las pensiones del IMSS/ISSSTE y la pensión del Bienestar, la solución planteada por el gobierno es más bien un recorte. De esta forma, se invisibiliza la posibilidad de garantizar una pensión digna para todos, independientemente de sus antecedentes laborales en el sector público o privado.

El silencio post-electoral y la contradicción de la beca universal: La medida, además de tardía, llega después de un proceso electoral donde la pensión del Bienestar fue utilizada de manera estratégica por Morena y el gobierno de la 4T. No se puede negar que, en su momento, la beca para adultos mayores fue un recurso valioso para asegurar la lealtad de una parte del electorado. Pero una vez pasados los comicios, el tema se desvanece y, en lugar de expandir y consolidar el sistema, lo reducen. Este giro no sólo genera desconfianza, sino que deja una sensación de haber sido utilizados como parte de una estrategia política que, ahora que los comicios han terminado, parece no tener un compromiso real con los derechos de los beneficiarios.

Al final del día, quienes ganan o pierden con esta medida son los propios adultos mayores, que ahora tendrán que elegir qué pensión conservar, mientras que el gobierno sigue dando señales de que la ayuda social tiene más que ver con el cálculo político que con una auténtica política de bienestar. Es una jugada que, si bien puede explicarse desde el punto de vista fiscal, también refleja una vez más el uso clientelar de los programas sociales, que parecen estar más orientados a mantener el control político que a resolver las necesidades reales de la población.

La medida está tomada y los afectados ya saben lo que viene. Lo que queda por ver es si esta es realmente una acción de “austeridad” y eficiencia o simplemente una forma de recortar beneficios a aquellos que menos tienen. En cualquier caso, no es difícil ver que los “gracias por participar” se dejaron en el pasado electoral, mientras los verdaderos ganadores siguen siendo los mismos: aquellos que controlan el juego.

La División Interna del PAN en Chihuahua Tras la Elección de Jorge Romero Herrera

La elección del nuevo presidente nacional del PAN, Jorge Romero Herrera, ha dejado claro que las aguas al interior del partido están más turbulentas de lo que parece, particularmente en Chihuahua, donde los resultados revelan una serie de tensiones internas y, sobre todo, una clara división que podría tener implicaciones serias de cara al futuro.

A nivel nacional, Romero arrasó con un 80% de los votos, dejando a su rival, Adriana Dávila Fernández, con un escuálido 20%. Sin embargo, al examinar los resultados a nivel local, la historia toma un giro diferente. Si bien en la capital chihuahuense los resultados fueron relativamente similares a los del resto del país, el panorama en el resto del estado fue mucho más parejo. En Ciudad Juárez, por ejemplo, la diferencia fue de tan solo 15 votos, lo que pone de manifiesto una notable polarización interna.

Este estrecho margen en algunas localidades sugiere que el partido en Chihuahua está lejos de estar unido, y pone en evidencia que una parte importante del panismo local rechazó el proyecto continuista de Marko Cortés Mendoza, el dirigente saliente. La opción representada por Dávila Fernández fue respaldada por una fracción significativa de los panistas, quienes expresaron su descontento con lo que perciben como un “entreguismo” de Cortés ante el PRI, un partido con el que el PAN ha mantenido acuerdos estratégicos a lo largo del tiempo, y cuya relación se ha visto cada vez más criticada al interior del partido.

Uno de los puntos más delicados en este contexto es la figura de Cortés Mendoza, quien, además de ser acusado de “negociar” posiciones con el PRI, ha sido objeto de reproches por haberse autoregalado una senaduría plurinominal, lo que muchos consideran un acto de oportunismo político que no refleja los intereses del panismo de base. Para ese sector del PAN, el liderazgo de Cortés ha sido sinónimo de un pacto político de espaldas a los principios históricos del partido, lo que ha generado una fuerte reacción en su contra.

Reflexión para el futuro

El resultado de esta elección interna, aunque se haya resuelto con un triunfo aparente para Romero Herrera, deja al PAN en Chihuahua con muchas preguntas por responder. ¿Cómo pueden los líderes del partido, tanto a nivel nacional como local, reconstruir la unidad interna? ¿Qué tan profundas son las divisiones en torno al liderazgo de Marko Cortés y la relación con el PRI? ¿Y qué tan comprometidos están los panistas con una verdadera renovación, que no dependa únicamente de decisiones tomadas en cúpulas o en acuerdos de pasillo?

Los gobiernos y las dirigencias del PAN en Chihuahua deben ir al fondo de estas tensiones, sin ignorar que la cohesión y la unidad interna no se logran solo con discursos democráticos, sino con acciones claras que respalden los principios del partido y que realmente representen a la base militante. El tiempo hasta la próxima elección es relativamente amplio, pero las fracturas internas, si no se abordan de manera adecuada, podrían poner en riesgo la viabilidad política del PAN en el estado.

La reflexión es clara: el PAN de Chihuahua necesita más que una simple fachada democrática para salir adelante. Se requiere un análisis profundo de sus estructuras internas, de sus relaciones con otros partidos y, sobre todo, de la forma en que sus liderazgos gestionan las diferencias y buscan cohesionar a un partido que, al menos por ahora, parece estar más dividido que unido.