Despide Ariadna a Juan Carlos Loera

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FOTOGRAFÍA TOMADA DE OMNIA

LURO VERUM

Por Rafael Navarro Barrón

Juan Carlos Loera de la Rosa tenía las horas contadas en la delegación de la secretaría de Bienestar. La secretaria de la dependencia le pidió hace días la renuncia, pero el súperdelegado se niega a entregar las oficinas porque espera algo así como un milagro: antes de afrontar el amargo trago, tiene la intención de hablar con el presidente López Obrador o con Claudia Sheinbaum…ninguno le recibe las llamadas.
La voz suplicante de Loera se ha convertido en una letanía diaria, como el cuento de Juan Rulfo, “Diles que no me maten”. Le pido al prolífico escritor su texto para que podamos entender lo que está ocurriendo al súperdelegado.

-¡Diles que no me maten políticamente…! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
Y la respuesta de los interlocutores y mediadores del delegado, de todos los niveles del gobierno federal ha sido la misma:
-No puedo. Hay allí un asunto pendiente que tú tienes con Ariadna y la jefa que no quiere oír hablar nada de ti. Cada vez que menciono tu nombre le da vagido.
-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios. Tengo Planes, quiero ser gobernador, alcalde de Juárez o lo que sea.
-No se trata de sustos. Parece que te van a matar políticamente, de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá, cada vez que me acerco, me ven mal, con desconfianza y hasta mi chamba está en juego.
-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.
-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu amigo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también y yo tengo familia y niños chiquitos. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.
-Anda. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.
El hombre conmovido por las palabras de Juan Carlos, apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:
-No.
De esa decisión cupular vino la ocurrencia del delegado de Bienestar, de lanzar públicamente la noticia de que buscaría ser presidente municipal de Ciudad Juárez. Juntó a los periodistas del rebaño, a sus incondicionales y les dio la nota.
La bravuconada no era más que abogar al aire, al cielo, para despertar la buena intención, la caridad del presidente AMLO, para auxiliar a quien fuera su protegido. El embrollo se originó por un problema, no resuelto que tiene el político que, cada vez que se enoja, le da por golpear y ahorcar a las mujeres que escoge por pareja.
La titular de Bienestar, Ariadna Montiel tuvo la valentía de platicar con el presidente de la República y confiarle lo que había ocurrido durante la tormentosa relación con el oriundo de Ciudad Juárez. Óigame no, don Amlo, me ahorcó, óigame no, señor presidente, sentí que me ahogaba…

La historia de amor entre Juan Carlos y Ariadna se agravó cuando el delegado decidió contraer nupcias con una joven mujer de Ciudad Juárez. El evento civil fue signado por un juez de El Paso, Texas y la fiesta respectiva se realizó en uno de los salones del complejo inmobiliario del magnate Héctor Murguía Lardizábal.
En la última plática entre Juan Carlos y Ariadna, según lo informado al presidente de la república por la misma secretaria, quedó claro que la alta funcionaria federal, no tenía el mayor interés de seguir con la fallida relación y le pidió al presidente, encarecidamente, dicen que hasta con lágrimas en sus ojos, que el súperdelegado, no estuviera un kilómetro cerca de ella en los actos públicos.
De allí que en la gira de Montiel por Guadalupe y Calvo y otros lugares de la sierra Tarahumara, divulgó fotografías donde no se observaba ni al súperdelegado ni a ninguno de sus cercanos colaboradores.
Hace unos días, llena de valor, Ariadna decidió dar de baja de su cargo al delegado de Bienestar. La renuncia fue solicitada con carácter de irrevocable, “así debe de señalar el documento…i-rre-vo-ca-ble”, fue la indicación de la funcionaria, que fue transmitida fielmente al súperdelegado por parte de un alto funcionario de la secretaría con quien Juan Carlos tuvo comunicación.


Son complicados los momentos que ha vivido el súperdelegado en los últimos minutos. La obscura noche para Juan Carlos lo llevó a la ocurrencia de prender la veladora al santón de Gobernación, Adán Augusto López. El secretario recibió la invitación y aceptó acudir a la casona de la familia de la Vega en su reciente visita a Ciudad Juárez.
Fue allí donde el súperdelegado jugó su penúltima carga. Buscó la intermediación de Adán Augusto con el presidente de la república. Pidió una salida decorosa de la delegación, posiblemente el anuncio de que el partido Morena aceptaba la candidatura de Loera para la presidencia municipal de Juárez.
El evento privado con Adán Augusto, donde estuvieron decenas de políticos chapulines que antes eran priistas y la intermediación de la familia De la Vega que está ligada con el Partido Acción Nacional, molestó a #EsClaudia que también trono en contra del delegado Loera.
La cumbre en la mansión de la familia De la Vega, pudiera haber pasado como un acto de cortesía. Juan Carlos intentó a toda costa que el evento evitara llegar a los oídos de su candidata. Sobra decir que los incondicionales de Loera de la Rosa se cortan las venas y piden todos los días una bandera tricolor para tirarse de lo alto del castillo, se pelean en los chats, ni trabajan porque están todo el santo día abogando por Loera y por la candidatura de Claudia. En contra de Maru.
No obstante todas esas banderas de lucha, #EsClaudia puso el grito en el cielo. Qué poca madre de cabrones, así es que Juan Carlos y sus seguidores, me aplauden, me dan por mi lado y luego se sientan a la mesa con Adán Augusto. Ojetes. (El anterior diálogo pudiera tener algunas imprecisiones, pero un hecho es que estaba muy encabronada la precandidata).
Recientemente, la futura candidata a la presidencia de la república, Claudia Sheinbaum había sostenido un largo diálogo con la secretaria de Bienestar quien, de mujer a mujer, le enteró el affaire con el súperdelegado.
Mario, un amigo que es periodista, me dijo que Juan Carlos Loera estaba rodeado de puros ojetes. Yo le dije que era una acusación muy seria, muy fuerte, que meditara bien sus palabras y después juzgara al delegado de la Secretaría de Bienestar. No lo convencí. La perorata empezó durante un desayuno en el restaurante La Esquina de la avenida Paseo Triunfo de la República.
A salir del comedero, tomó con fuerzas el cordón de la campana, ubicada en el exterior del negocio y retumbó con toda fuerza el badajo, dos o tres veces, no sé, no recuerdo. Del interior se escucharon los aplausos de los meseros.
En el restaurante se encontraba ese día Joaquín Cossío, el actor que representa en estos momentos Ciudad Juárez, aunque recordemos que nació en el Estado de Nayarit.
Fue en esos momentos que me enteré que Luis Gutiérrez Casas estaba alejado de las filas morenistas, por lo mismo, por lo que Mario decía, porque los seguidores de Juan Carlos Loera y otros morenistas, “a parte de ojetes, eran muy culeros”.
Mario insistía: mira como traen al profe Martín Chaparro, ha tenido que ir varias veces al médico por todos los corajes que hace con Loera y su gente.
En el ciclo de la ciudad, cada lustro sobresale un juarense en el escenario nacional, algunos otros han brincado a las altas esferas internacionales, pero nunca tan famosos como Juan Gabriel, que es como el patrono popular de los juarenses; es como el San Lorenzo, el santo hombre que formaba parte de los siete diáconos de Roma, muy cercano al Sumo Pontífice de la época.
La lista de famosos ubica, en el siglo pasado, al clan de los Valdez (don Ramón, Tintan y El Loco), luego llegó el tiempo de gloria de Juan Gabriel que duró buen tiempo en el escenario artístico. Todavía, cuando gobernaba César Duarte, el divo de Juárez era como una especie de dama de compañía del gobernante. Su obesidad y su cara grotesca se paseaban por los refugios del ahora inquilino del penal de San Guillermo; comía en el Shangrila junto con el gobernante y su esposa Berthita.
Juan Gabriel, sus escándalos y su vida artística, opacaron a cuanta gloria aparecía en el escenario, por eso nadie se fijó en el desvanecimiento paulatino de Vanessa Guzmán que, literalmente, se apagó en el mundo del espectáculo tras la serie de películas y novelas con las que deleitó al público.
Un día escuché decir a uno de los tantos maricones que dan noticias de espectáculos en la televisión, que Vanessa se había casado y se había retirado de los escenarios.
Cuando todo mundo pensó que el lugar de JuanGa había quedado acéfalo, el brillo indiscutible de Cossío empezó a deambular en el mundo del cine. El famoso ‘cochiloco’ estaba esa mañana en el restaurante La Esquina y degustaba un desayuno con Luis Gutiérrez Casas.
Hasta ese día creíamos que Gutiérrez era una parte muy importante de la 4T en Chihuahua, pero no, fue excluido, desechado como muchos otros.
Ya vez, te lo dije, son unos culeros. Yo lo sabía, espetó Mario un par de ocasiones más. Esos culeros son como una cofradía de cabrones, son una banda de ‘pobres diablos’ son un círculo más cerrado que el de un paciente con hemorroides.