El factor Arturo Proal

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Luro Verum

Por Rafael Navarro Barrón

Ese hombre regordete, de cachetes rosados, pasaría como un actor inglés en una serie de Netflix que hable los Lord, o como un científico excéntrico en apoyo a James Bond, el agente 007. Pero no, nuestro personaje es queretano… y chihuahuense; hace años, con sus enormes lentes bifocales, amaneció en las tierras chihuahuenses y se quedó por décadas como un ‘confesor’ de Palacio, como el mejor historiador del Siglo XX, capaz de deletrear los secretos impronunciables del poder…se ha quedado en el Estado Grande para guardar en su corazón los intrincados vericuetos del poder público y de la prensa, a quienes les conoce todas sus mañas.
Arturo Proal de la Isla ronda en los sesenta años, pero no ha perdido esa esencia de frescura. Su filosofía lo dice todo: “hay un tiempo de tronar cuetes y otro de levantar las varas”. Hoy desea ver esa parte del mundo que se le escapó en la histeria de la vida política y administrativa cuando trabajaba 15 horas al día y puso en riesgo su salud, hoy en día en franca recuperación. Fumaba una cajetilla y media de cigarrillos, por eso tuvo la calidad moral para decirle a César Jáuregui que dejara de fumar las dos cajetillas que se aterriza diariamente, en una clara muestra de ansiedad política.
Ser director de Comunicación Social de Maru sería una locura a destiempo, reconoce Arturo Proal en un diálogo informal. Perder la última frescura, encerrado en oficinas y envuelto en problemas que tienen su génesis en malas decisiones, en funcionarios ineptos y en prensa mala leche, es como intentar convertir en agua dulce el mar con una botellita de agua Alaska.


Este avezado y preclaro político, muestra su caballerosidad y la expone cuando saluda a alguien. Pareciera que son conocidos de toda la vida, así lo hizo con Maru Campos, a quien no conocía en persona y, por primera ocasión, tenía un diálogo directo. En su interior tenía el anhelo de conocer a un fenómeno de la política. Se convenció del talento de la gobernadora cuya popularidad se ha ido al fondo por tanto sobresalto mal llevado por su gobierno.
Proal también dialogó con César Jáuregui y Luis Serrato. El político, que venció un agresivo cáncer, no batalló mucho para la interlocución con los tres. Maru Campos es exactamente como la concibió Proal, inteligente, astuta, política natural. Y en ese diálogo profuso tejió el lazo de la confianza. Fue más profundo con César Jáuregui, a quien catalogó el mejor político con el que cuenta la administración panista.
A Proal lo llaman cuando las grandes conflagraciones políticas y los abrumados gobernantes no encuentran una salida, no saben qué hacer para afrontar las crisis que ellos mismos provocan, unas veces por ingenuos otras por pendejos.
Dios nos libre que un día, Arturo Proal de la Isla, se levante de malas y decida escribir el libro que siempre he creído, cambiaría el rumbo de Chihuahua. En broma y en serio, le he pedido a Proal que yo sea su editor. El título lo he sugerido: “Confesiones Prohibidas”. Allí estaría la historia de los periodistas que, de alguna manera, fueron invitados por el queretano a “no ser pendejos” a tomar “algo” de lo que les sobra a los gobiernos, que es el poder.
Nadie o quizá muy pocos se salvan en esa tiznada que nos dieron los gobiernos priistas. Imposible correr o borrarse de la lista. No era asunto de dinero, sino de compartir el poder, de co-gobiernos, de la búsqueda de alternativas que equilibraran la relación prensa-poder.
Así es como se repartieron plazas en el sector educativo, principalmente en universidades y estructuras de gobierno; muchos periodistas obtuvieron maestrías y doctorados en el extranjero; se repartieron notarías públicas para amigos y familiares; se abrieron espacios en los organismos descentralizados donde los periodistas operaron como consejeros; se concedieron espacios en la política partidista, entre otros muchos favores.
La actividad de Proal no era en los escritorios, sino las mesas de los restaurantes. Los cuartos del hotel Plaza Juárez, eran las oficinas perfectas donde el queretano realizaba las negociaciones. Allí se rompía toda regla, Arturo abría la puerta con una bata de baño, aún en calzoncillos y con unos crocs blancos.


A los pocos minutos llegaba el servicio de meseros y un mini bufet se instalaba en el cuarto del servidor público, todo con cargo al erario. Allí se exponían los temas, se conciliaba, se mentaba la madre a los ojetes que no entraban en razón, allí se hacían acuerdos, allí se cumplían los compromisos, sin dar pausas.
Proal tomaba el teléfono e indicaba a Juan, a Pedro, a Cristina, a José, a Pablo…a quien fuera que había un acuerdo y que alguien se pondría en contacto con ellos para finiquitarlo y “no quiero mamadas…”, advertía.
El poder residía en la información. Proal de la Isla conocía la historia de todos, por eso tenía agarrado de los huevos a Patricio Martínez, porque conocía la historia como fue, no como nos asfixian cuando salen a la luz los retazos de su biografía apócrifa que platica él propia empresario librero. El carácter volátil, agresivo, la estulticia, la ambición, lo testarudo del ex gobernante se conocía a detalle, pero había que hacerle una entrevista que reflejara lo contrario porque venía uno de los informes o porque el gobierno se estaba desmoronando a causa de la ambición y las malas decisiones.
En el siguiente sexenio, se pudo conocer el pantano político-delictivo del gobierno de Reyes Baeza Terrazas. El origen de la ‘Increíble y triste historia del huevos tibios y la maña desalmada’. Detalle a detalle de lo que ocurría en las calles, en los peores momentos de la narcoviolencia con un gobernante atemorizado y sin rumbo.
Días muy difíciles para todos principalmente para el gobernador que se metió al baile sin saber bailar y sin pareja. Allí la magia de Arturo Proal volvió a brillar intentando componer un gobierno sumamente descompuesto que trabajaba con alambres y tornillos.
Y finalmente la historia moderna del gran estafador César Duarte, un verdadero gañan de la vida pública. Cómo se fue gestando esa terrorífica obra de arte del peñismo; cuál fue el génesis de ese priista cínico, actualmente en prisión, cuya acción letal regurgita en la actual administración de Maru Campos.
Eso es y significa la vida de Arturo Proal de la Isla, uno de los hombres más respetados en el Estado de Chihuahua porque le sobreviene a su acción política una inigualable virtud, la virtud de la palabra como esencia de vida.
Si Proal lo promete, lo cumple, por eso se concibe como un legítimo apaga fuegos. Las negociaciones con él, personales, políticas y periodísticas, siempre estuvieron a la altura de su nivel ético, no obstante que muchas veces tenía que caminar entre el excremento de sus jefes en turno.


Arturo fue clave para que muchos funcionarios públicos fueran corridos de sus puestos, por ineptos, por detener el avance de la administración, por oponerse a los acuerdos, por robar o por mentir. Esa es la otra cara del queretano, la de la dureza y mano firme, la que le generaba un temblor en la mandíbula inferior cuando el coraje lo invadía y replicaba con palabras altisonantes las “chingaderas” que estaban haciendo.
En el tiempo actual, el honorable regordete fue recomendado por los ‘asesores’ de lujo de Maru Campos, llámese Patricio Martínez, Fernando y Reyes Baeza. “Es el único que puede solventar el desmadre de comunicación social y la insolvencia política de un gobierno”, le dijeron a una Maru Campos, afectada ya por las crisis emocionales que le ha causado el coletazo de sus adversarios políticos y naturales.
Los tres de palacio (Maru, Jáuregui y Serrato) escucharon al queretano que, aparte de su natural sabiduría en la política y la comunicación social, maneja la anécdota mejor que nadie. Al queretano no se le llena con alimento exótico, ni es exigente en el consumo de bebidas con alcohol. Esa es su otra virtud, la vida modesta, para nada franciscana, pero sí muy apegada a San Martín de Porres, el beato de la escoba.
Porque a Maru, Jáuregui y Serrato, les queda claro que llegó el tiempo de la escoba. Tienen que guardar con urgencia los trajes de fiesta, el fandango, la parafernalia y entender que Chihuahua, después de un harto ladrón como César Duarte y un descarado huevón como Javier Corral, merece un gobierno que legitime a los chihuahuenses.
La recomendación de Proal a Maru fue específica: es tiempo de recomponer la función pública, la vida democrática, la seguridad pública, la economía.
Se tiene que tener en claro quién sobra y quién falta en este gobierno. Eso es lo que les dijo Proal de la Isla en 4 horas de diálogo efectivo, sin tapujos, sin exageraciones.
Palabras más o palabras menos, el discurso del nuevo asesor de palacio fue claro: “olvídense de Corral, olvídense de Duarte, olvídense de Loera y pónganse a trabajar”.
Descubrieron que Arturo Proal, no es como la casta de imbéciles que pululan en la política o como los gañanes súper asesores de Maru, los tres inútiles ex gobernantes que carecen y carecieron de los huevos suficientes para sostener la palabra empeñada en su momento. No, Proal es Proal, por eso unas horas después la gobernadora desenfundó el arma y empezó a cortar las primeras cabezas.


El primero fue Marco Licón, el director del Cobach, lo corrieron por pendejo… el tema de los uniformes fue el argumento de la gobernadora, el fondo fue el hartazgo. Se metió en un tema de sentido común, en época de crisis social y económica.
Está por salir Adriana Ruiz de Comunicación Social que tendrá que sufrir las mismas consecuencias de Licón. No la van a correr por mañosa, por intentar solventar su economía utilizando las estructuras municipales a través de una página de Internet patito que maneja su esposo, va a salir por ser una mujer despótica que mantiene a más de dos docenas de medios de comunicación en contra de la gobernadora.


La lista de posibles candidatos a abandonar la función pública es grande, al igual que los temas de la agenda política que tienen su epicentro en la venganza en contra de Javier Corral y su grupo. La lista se tendrá que reducir, que minimizar para dar paso a un gobierno que actúe como tal y tache las ocurrencias.
Es el momento en el que María Eugenia Campos asuma los acuerdos, compromisos y promesas.
Sabemos que esta nueva generación de gobernantes, de los tres niveles de gobierno, está irrumpiendo con mucha facilidad en el escenario de los culeros, de los ojetes políticos que ni siquiera pueden explicar el “por qué no” de sus decisiones; que no responden un mensaje, una llamada telefónica; que mienten con mucha facilidad; que están siempre a la defensiva y excusándose de tanta pendejez que dicen y hacen.