Por Rafael Navarro Barrón
“A puñaladas iguales, llorar es cobardía”. Así lo dice el refrán, la frase, la conjura. Estamos frente a un hito de la historia política que tiene muchas prácticas de inmoralidad, muchos campos oscuros que hacen fácilmente visibles la doble moral del discurso cupular; hay que decirlo, lo que se pregona en Palacio Nacional, no se cumple en estas latitudes chihuahuenses, de allí la mentira del doble discurso.
Esa frasecita, repetida con frecuencia y sorna, es como una mentada de madre en los oídos de un huérfano: “no somos iguales”, dice el inquilino de palacio. Y tiene razón, gracias a Dios, no somos iguales.
El presidente de la república estalla a la menor crítica periodística. Se lanza contra informadores, hace escarnio de los activistas sociales, de los editorialistas, de los comentaristas políticos, de la clase política opositora, de los organismos privados mexicanos y de otras partes del mundo que contradicen sus “otros datos”.
En el Estado de Chihuahua, el súperdelegado de Bienestar, Juan Carlos Loera de la Rosa, anda por las mismas: se enfrenta, responde, con poca capacidad intelectual, a los detractores de la 4T. Sus ocurrencias ya se volvieron clásicas. Con facilidad se sube a peleas con pesajes de todo calibre, mosca, gallo, pluma, welter…no importa; descalifica, agrede, hace escarnio de los fantasmas y seres reales que salen de su clóset.
No tuvo empacho en llamarle ‘zorra’ a la gobernadora. Un insulto mayor para una dama que, además, es la figura de mayor respeto en las lides políticas estatales.
El problema de Loera es su incapacidad de discernir sus eventuales declaraciones. Así es él y su entorno, reactivo e incapaz de medir cómo funcionan las estructuras de poder.
Campos Galván emitió un comentario contra Morena y el presidente de la república que, evidentemente, molestó al ‘Súper’. De entre todos los dichos y refranes de la lengua española, al ilustrísimo maestro solo se le ocurrió el de la “zorra que nunca se ve la cola”.
La respuesta ‘changoleona’ de Loera, lo describe como él es. Da pena decirlo pero quien pretendió gobernar el Estado de Chihuahua cada día se parece más al legislador Gerardo Fernández Noroña.
Loera no soportó el contenido de la declaración de Campos Galván quien dijo que “el ejecutivo federal se inmiscuyó en las pasadas elecciones, manipuló al pueblo con dádivas y amenazó a quienes piensan distinto”.
Maru consideró “lamentable y alarmante la intervención del crimen organizado en varios de los procesos electorales en favor de los candidatos de Morena”.
¿Mintió Maru Campos? ¿Exageró la gobernadora? Lo expresado por la panista es el sentimiento general de la oposición; de los analistas políticos del país.
La respuesta de Loera de la Rosa fue inmediata, dijo que “…se logró con una alianza perversa, entre el PRI y el PAN, cambiar el destino político de Chihuahua y tener regresiones al pasado que ahora mismo padecen los chihuahuenses con el regreso del duartismo”.
La ofensiva, no solo es contra los políticos opositores, en esa persecución a la que se refirió la gobernadora Campos Galván. Hay que hacer referencia a la lista de reporteros ‘chayoteros’, corruptos, comprometidos con los diabólicos neoliberales, que cada vez crece, crece y crece.
Las entrevistas mañaneras del presidente se han convertido en un club de seudo reporteros que, a un solo coro, adulan sin sonrojo alguno y que no dudan a la hora de realizar preguntas confabuladas y temáticas prediseñadas, cuyas respuestas se ajustan, como anillo, al dedo al anular del presidente.
En Ciudad Juárez y seguramente en toda la entidad, ya ocurre lo mismo. Existe la lista negra de periodistas contrarios a la 4T y afines al neoliberalismo, a la derecha, contrarios a la estructura de mando de Morena. Ya algunos somos apestados en la estructuras del gobierno federal.
Pero por qué extrañarnos de lo que ocurre localmente, si en la sede central de la perversa inquisición nacional, esas listas circulan como el Granma en la isla de Cuba.
Caramba, si Marcelo Ebrard no soporta el discurso del presidente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, por qué tenemos que aguantar las peroratas morenistas, las bravatas de quien se ostenta como Dionisio, en la dinastía del dios Zeus.
Lo que es pecado y se persigue en las mañaneras presidenciales, en el Estado de Chihuahua es todo lo contrario. Aquí no es pecaminoso que los entenados del súperdelegado de los Programas Federales, Juan Carlos Loera de la Rosa o el mismo súper, asuman la posición corrosiva de ventilar su oposición- a veces exagerada o mentirosa- en contra de la gobernadora, María Eugenia Campos.
Sin más límite que la saliva en la lengua, los legisladores morenistas hacen lo mismo en contra de la gobernadora. Aprovechan muy bien la pluma ‘cuata’ de sus dos periodistas ‘estrella’, uno en el poder legislativo y otro como sombra del súper, Pedro Torres y Manuel del Castillo.
Estos comunicadores se han sumado a la 4T, junto con un comando de sicarios, réplicas, auténticas rémoras de ‘Lord Molécula’, que son los encargados de la brigada defensiva del morenismo. Que vigilan, insultan y participan en los chats periodísticos y políticos, sin freno y con muy poca ética.
En el poder legislativo, la eficiencia no se discute. Como máquinas tortilladoras, rechinando día y noche, los gemelos malvados le dan vuelo a los exhortos, críticas, puntos de vista, declaraciones baladíes, anteproyectos de ley que emite la poderosa fracción Lgbttqr+ del Congreso y la otra minoritaria sección de legisladores de ese partido.
Y esos panfletos, anti Maru, son replicados por la horda de los ‘Lords Molécula’ que pululan y sobreviven bajo el cielo chihuahuense a través de páginas Web y las numerosas cuentas de Facebook.
Los Lords Molécula, han timado a la opinión pública con el cuento de ser progresistas. Nunca como ahora, definirse a favor de la derecha, o defender los colores del PRI, o defender el régimen neoliberal, era causa de persecución política y mediática. Es como gritar en un mitin de fanáticos morenistas que López Obrador es el diablo.
El progresismo los alienta a defender los partidos de moda. Las corrientes de moda señalan que la nueva ruta de la política es afiliarse al partido Morena o estar en las filas del Movimiento Ciudadano, no importa que en las estructuras de esos partidos militen auténticos delincuentes; no importa que el dinero de las mafias esté siendo utilizado para posicionarse como partido hegemónico; en el movimiento naranja, no importan los duelos a muerte a través de narcomantas y las declaraciones estruendosas de traición, emitidas por Alias El Caballo, Alfredo Lozoya.
Tampoco es importante que en las filas del MC milite Alias El Güero, Rodolfo Martínez, corrido en dos tiempos distintos de la administración municipal por la misma causa.
No, nada importa más que ser progresistas. Lo que convoca a participar en el progresismo es la diatriba, el escándalo, la estulticia política, la doble moral. De allí la convocatoria a pegarle a la gobernadora Campos Galván que, literalmente, tiene que cargar con los de fuera y con los de casa.
Es penoso observar cómo la primera figura política del Estado tiene que tragarse las escenitas que le arma el súperdelegado Loera, que se crece cuando visitan la entidad los emisarios de la 4T.
La gobernadora se rebaja a sonreír y a dar abracitos a quien la ofende y la persigue a través de su aparato de comunicación. Papelitos absurdos para quedar bien con la estructura federal, porque si el señor presidente de enoja, porque si el súper se siente agredido, el destino de Chihuahua está en juego.
Me pregunto si tendrá algún beneficio político o administrativo la visita del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. Observar la risa nerviosa, y en ocasiones tímida de la gobernadora, en su intento por no alterar los ánimos del presidenciable, se convierte en un momento incómodo, indigno pues se trata de la primera figura político-administrativa del Estado de Chihuahua.
Soportar que el Súper llegue acompañado de uno de los líderes del Barzón, prófugo de la justicia, con orden de aprehensión activa; mientras la gobernadora, el fiscal y los agentes ministeriales, tienen que fingir que nada ocurre. Tratar locos es una tarea difícil en política.
Era como en los tiempos del gobernador Patricio Martínez, un hombre lleno de sorpresas, con una excepcional doble vida llena de recovecos y momentos explosivos. Sus colaboradores cercanos tenían que expresarse a cuenta gotas y esperar la severa reacción del demencial personaje que estallaba, sí… ¡estallaba!, golpeaba, hería con sus palabras, lanzaba objetos al piso y contra las paredes. Muchas veces lastimó a personas que tuvieron que ser atendidas en hospitales privados.
Algo así ocurre con el flamante secretario de Gobernación que se refiere al prianismo con desprecio y luego viene al Estado a hablar maravillas de la gobernadora; así sucede con el presidente de la república. Maru tiene que cuidar cada palabra, cada gesticulación, cada movimiento corporal. Seguramente, antes de cada gira, alguno cercano a López Obrador le dice: “por favor, a todo dígale que sí, no lo contradiga…si escucha algo que no le agrade, usted solo sonría, gobernadora”. A eso se ha constreñido la política.
En esa vorágine, las hordas morenistas tienen ya su agenda política (muy) definida para desquiciar a una administración estatal que no acaba de iniciar sus programas sociales y administrativos.
El gobierno de Maru Campos deambula en medio de promesas incumplidas, como un alma en pena, por la razón que todos sabemos: dos gobiernos ineficientes, corruptos y saqueadores y una federación que todo lo bloquea, que sostiene una visión centralista y autoritaria.
Así como en la leyenda de La Llorona, una madre grita por las calles: “¿Dónde están mis hijos (Duarte y Corral)…que dejaron hecho mierda el gobierno estatal?”
Qué poca madre de personajes como Javier Corral, aparte de ser un estúpido huevón, lleno de complejos, es un indigno político marcado por el cinismo. El presidente de la república, en campaña, dijo (palabras más, palabras menos) que “Chihuahua es un estado grande con un gobernador tan pequeño”.
Ahora el pequeño político, en la penumbra de su debacle, busca el cobijo presidencial sin el menor recato. Se tragó de un sorbo todos los discursos incendiarios contra López Obrador.
En el reparto de culpabilidades, no se puede soslayar la política rastrera, corrupta de César Duarte, ahora conocido como el llorón de Parral, la figura caricaturesca de quien se creía la reencarnación de Francisco Villa.
El Duarte juguetón, altanero, enérgico, aquel político que creía tenía la consigna de los altos vuelos, luego de aquella convivencia política con Felipe Calderón, con quien apareció un día en el balcón central de Palacio Nacional durante el famoso grito de Independencia; hoy, ese insigne ex gobernante, es un llorón, atemorizado por los barrotes de la crujía de oro que le acondicionaron en San Guillermo.
Comprometiendo la sospecha, a Duarte le han preparado un lugar ‘especial’ para que sortee la crisis de la prisión. Un área acondicionada con Minisplit, refrigerador, televisión, teléfono móvil, un horno de microondas, un colchón para su problema de columna, una tetera para calentar agua; baño privado, con las comodidades, no de antes, sino de hoy, con esos privilegios nuevos, distintos a los de Miami, donde tenía que hacer del uno y del dos frente a una cámara. Ya no hay restricción de comidas y bebidas, el exgobernador llegó a casa y eso perturba a los morenistas porque sospechan que la gobernadora regresa el favor al Jefe Duarte.
Allí en la ‘soledad’ de su celda, analiza sus tiempos de gloria, lo fabuloso que es la política cuando se gobierna y lo infernal que es la prisión cuando no se ganan elecciones.
Los miembros de esa dupla mortífera (Duarte-Corral) se erigen como los responsables de este des-ma-dre administrativo que no acepta reingenierías, pero tampoco excusas.
Es así como los ‘Loretitos de Mola’ de la 4T, los Lords Molécula se levantan para atacar las acciones de María Eugenia Campos, a recriminar la venta de un terreno a un empresario cercano a la gobernadora.
Uno de los ‘Loret de Mola’ de la 4T, Pedro Torres, refirió con puntualidad, en un artículo denominado ¡A su majestad, lo que pida!, los siguientes textos: “Envuelto en una nube de eufemismos por parte de los diputados prianistas que ni siquiera pudieron mostrar convicción por el capricho que le estaban cumplimentando a la gobernadora María Eugenia Campos Galván, se consumó el regalo de un terreno de 160 mil metros con un costo superior a los 137 millones de pesos a Luis Lara Armendáriz, uno de los principales patrocinadores de la campaña a la gubernatura de la titular del Ejecutivo en Chihuahua.
En este punto cabe preguntarse: ¿Cubre este regalo el pago de los favores recibidos en campaña por parte de Luis Lara Armendáriz a la actual gobernadora de Chihuahua o debemos esperar otras sorpresas en los poco más de 5 años que le restan a la actual administración? ¿Cuántos otros patrocinadores tienen “saldo pendiente” por sus aportaciones a la campaña de Campos Galván y se consideran en este momento con derecho a que se les responda de igual manera sin importar que se les “pague” con el dinero de todos los chihuahuenses?”
Un artículo con esas dimensiones, frente a los ojos de López Obrador, se hubiera traducido en 50 minutos de la Mañanera; pero no, en Chihuahua hay que aguantarse; aquí Morena y sus huestes pueden hacer, escribir y difamar sin ningún límite.
En Ciudad Juárez, la horda de los ‘Lords Molécula’ ataca la versión juarense del AIFA (Centro de Convenciones), porque no les gustó la ubicación del NAIM, porque hubo corrupción, porque beneficiaba a los de cuello blanco, porque su ubicación era en tierra sagrada.
Porque en Ciudad Juárez se repiten, pero en versión clonada, todas las calamidades en pugna en el centro y sureste del país. Aquí también se lucha por derribar la propia versión del ‘Tren Maya’, que no pasa por manglares, ni por zonas que protegen los dioses de la selva, pero sí afecta la ruta holgada de los ricos de Juárez, que se oponen al BRT2.
Qué osadía poner afuera de las residencias de la familia Fuentes esos armatostes con llantas, llenos de pobres; a esos nobles ciudadanos, a los que no les ponen peros cuando acuden a comprarles el gas caro y manoseado; a los que adoran cuando llegan con sus pequeños tanques de combustible a poner los 30, los 40, los 50 pesos de licuado de petróleo para que sus perritos sigan comiendo ‘One Smart Blend’, ‘Pro Plan’ y ‘Royal Canin’.
Qué osadía la de Javier Corral, llevar la ruta del transporte sobre la avenida Gómez Morín, emblemática arteria vial, sinónimo de glamour y excesos. Más que evidente que esa populosa calle es el centro de operaciones lícitas e ilícitas de personajes empresariales y sus socios de dudosa reputación, donde confluyen nobles y villanos; prohombres y gusanos.
El ilustre personaje nacido en Batopilas, Chihuahua, uno de los siete sabios de México y fundador del Partido Acción Nacional, el abogado Manuel Gómez Morín, ha sido reducido a una simple iconografía comercial; la mercadotecnia y descomposición social, utilizan uno de los apellidos del político chihuahuense más reconocido en la esfera nacional, transformándolo en un apelativo poco digno y jamás defendido por los panistas: ahora la arteria vial se conoce como ‘La Morín’.
Dicen que no hay un solo personaje de la nobleza en Ciudad Juárez que no tenga algún tipo de inversión en la Morín, ahora – según ellos- manchada por un ramal de Tren Maya fronterizo. En oposición a esa arteria, nuestros ilustres empresarios sí lograron ponerse de acuerdo, porque esa es la marca de la casa, “en lo bueno nos peleamos y en lo malo, en lo perverso, en lo sucio…nos ponemos de acuerdo”.
Muchos de los grandes capitales de Ciudad Juárez surgieron, se desarrollaron y se multiplicaron, cuando el más grande varón del crimen organizado gobernó la frontera en el siglo pasado. Era evidente, como el finado personaje, reconocido socialmente como empresario, movía los hilos de los altos representantes de la Iniciativa Privada juarense, pues se convirtió en el ‘capo caput’, en un prestamista que daba más ventajas que la banca privada.
Almorzaba, comía y cenaba en público con la realeza juarense. Realizaba negocios con los empresarios que lo seguían, veneraban y adulaban; asistían a sus fiestas y convivía familiarmente con sus parientes directos y políticos que, por cierto, ahora tratan de borrar el pasado.
La unidad empresarial de esa época, era fortalecida por ese personaje, con quien no se jugaba y al que todos intentaron negar, como amigo, socio y familiar, cuando fue asesinado en una entidad del suroeste de México.
Lo anterior da una muestra de la hipocresía empresarial. Ahora, como perros hambrientos, se lanzan a rescatar los recursos públicos; pelean entre sí por las canonjías. Buscan estar en el regazo del gobernante en turno y hablarle al oído.
Y en la lucha por la ubicación del Centro de Convenciones, por la construcción de la Torre Centinela, por la conclusión o modificación del BRT2, por la conservación del Parque El Chamizal, por el organismo pro-empresarial conocido como Ficosec, hay una lucha frontal muy bien utilizada políticamente por los sicarios partidistas y sus compinches en la representación social y en la corrupta iniciativa privada.
Será imposible que se logren acuerdos trascendentes para Ciudad Juárez, porque la discusión no se centra en lo que es mejor para la frontera, sino en contravenir todo lo que defienda el opositor.
El cambio real vendrá cuando las estructuras políticas tomen conciencia de lo urgente y conveniente para la frontera. Radicalizar posiciones, sin importar las consecuencias, ayudará mucho al cambio estructural de Ciudad Juárez.
Sostener posturas políticas radicales alienta los verdaderos cambios. Que el alcalde, Cruz Pérez Cuellar haya decidido públicamente romper con el Fideicomiso para la Construcción del Centro de Convenciones y Exposiciones de Ciudad Juárez, es una muestra del hartazgo hacia los líderes empresariales.
La ruptura del alcalde, señala que esos mini empresarios abusaron “de la voluntad que ofrecimos como Gobierno Municipal. Por lo que cualquier posibilidad de diálogo con los empresarios en la Ciudad de México quedó cancelada por esta actuación de mala fe por parte del Fideicomiso y de su representante, Carlos Murguía”.
No hay mejor tiempo que echar fuera de Ficosec la figura nefasta de Jorge Contreras Forneli, un auténtico ladrón que navega impune en las estructuras políticas sin que ningún gobernador exprese un solo comentario que suponga actos de justicia ante tanto latrocinio.
La triste misión de Alejandra de la Vega como testigo protegido contra Javier Corral no es justicia para los chihuahuenses; su reciente cercanía con el gobierno de Maru Campos, es algo parecido al encuentro entre Corral y AMLO.
No elegimos gobiernos que promuevan acuerdos extralegales con defraudadores históricos. Las frases políticas deben de cobrar vida, sobre todo para evitar que las expresiones sean valientes, pero vacías, y después se acuse de hechos tibios. Ni perdón ni olvido, eso esperamos.