LURO VERUM
Por Rafael Navarro Barrón
Me enteré por Javier Corral y por Juan Carlos Loera de la Rosa que el equipo de comunicación social de la gobernadora María Eugenia Campos Galván anda repartiendo chayotes para afectar la exitosa vida y carrera política del ex gobernador de Chihuahua; y, de paso, darle una raspada a la maquinaria de la 4T en el ‘estado grande’.
La estrategia de Maru y su equipo de prensa, es frenar la impetuosa, casi santa y apostólica, actividad de Juan Carlos Loera de la Rosa en la sierra Tarahumara. Qué osadía la de la gobernadora, ¿Cómo que mancillar a este ser angelical, a este consumado beato provisto de tantas virtudes?
El Príncipe de la Tarahumara, el número uno de Bienestar en el Estado, el súper delegado Loera escribió (o le escribieron, tengo mis dudas) un mini capítulo de su historia como Chabochi redentor; como el Gerónimo de la Sierra Madre chihuahuense, un profundo enamorado del folklor, de los hombres y mujeres que huelen a Tesguino y Pinole. Aseveró que ha “tenido la inigualable oportunidad de recorrer la hermosa Sierra Tarahumara por todos sus municipios y muchas de sus comunidades, lo he hecho como activista, funcionario, candidato y hasta deportista”, señala en una auto gacetilla, publicada en varios medios de comunicación del Estado de Chihuahua.
Y es obvio, los medios que transcriben las encíclicas loeristas y dan entrada la retórica corralista son santos, ‘limpios’, ajenos a todo propósito chayoteril, que se alimentan de bocanadas de aire, que viven como ascetas en este mundo materialista. Esos medios de comunicación; esos reporteros impolutos, están llenos de gracia, como el Ave María.
El resto de los medios y reporteros son oficialistas, sin ética, chayoteros que se empinan al mejor postor y viven gracias a los actos de genuflexión que realizan ante el poder estatal.
Para poder coexistir, respirar y tener valor, el periodismo chihuahuense tiene que estar de acuerdo con las tesis de Loera y Corral, otra versión de los siameses diabólicos, que tienen las llaves del reino y deciden quién entra y quién sale del círculo de aceptación pública, para recibir la bendición del mesías de Palacio Nacional y poder ingresar a la cofradía de los ‘progres’.
El Príncipe de la Tarahumara y el huevón golfista, han unido sus enfermizas conjeturas para intentar hacer frente a una realidad que diariamente les escupe la cara: son un par de mujerujos, incapaces de comprender lo que es la política real, que se niegan a aceptar su responsabilidad porque se miran en espejos truqueados que los estruja con frenesí, mostrándoles una realidad virtual que solo existe en sus mentes obtusas.
Vivir en la realidad de un mujerujo es como una maldición que se pega al cuerpo como la roña a los perros callejeros. Es terrible levantarse diariamente sintiendo el vacío existencial, preguntándose ¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo?.
Por eso, sus actos de paranoia, no tienen rasero. Se mueven en los ángulos muertos en medio de un despertar emocional que se manifiesta al no poder administrar el poder como es, no como ellos lo conciben.
Están descontrolados en cuanto a la percepción del pequeño universo en el que se mueven. Loera, en su última arenga periodística expresa: “Ahora descaradamente con todo el apoyo de algunos medios de comunicación entregados al oficialismo estatal quieren voltear la tortilla, diciendo que Morena es aliado de los narcos, un verdadero descaro.
En los lamentables y deleznables acontecimientos de Cerocahui, donde un criminal solapado por las autoridades locales, actuales y pasadas, arrancó la vida de personas inocentes, entre ellas dos sacerdotes jesuitas, un guía de turistas y un joven campesino, además de desaparecer a otro campesino. Mezquinamente se ha intentado responsabilizar al gobierno federal por los constantes llamados a la paz de nuestro Presidente y de no ejercer la violencia para acabar con la violencia.
Los promotores de estos dichos son los mismos grupos conservadores que no reconocen que en su ADN político se han enquistado por voluntad, ambición o hasta temor, políticos asociados a oscuros intereses.” (Hasta aquí la retórica del súper delegado).
Corral ha hecho lo mismo. Ha recorrido los medios de comunicación de la ciudad de México que aún creen que el ex gobernador es el demócrata panista que puede competir en las elecciones del 2024 como candidato a la presidencia de la república. Frente a esos ingenuos comunicadores, informó que existe una consigna de Maru Campos, a través de medios y reporteros, para afectar su vida política y responsabilizarlo del ¡des-ma-dre! por el que atraviesa Chihuahua.
El ex gobernador más huevón que ha tenido la entidad, asegura que el área de comunicación social del gobierno de María Eugenia Campos está repartiendo, a los periodistas de la entidad, indicaciones y recursos económicos para culpar a Corral y al sacrosanto gobierno de Amlo, del nido de narcotraficantes que pululan y mandan en la sierra de Chihuahua.
La retórica corralista es pródiga en onanismo mental. Refiere que una reportera de la Ciudad de Chihuahua le comunicó que se siente muy incómoda porque el área de comunicación social de Maru le ha pedido que lancen ataques contra Corral y contra el gobierno de López Obrador, pero “que parezca que las críticas no vienen de Maru”, se indica en el mensaje de WhatsApp enviado a todos los chayoteros oficialistas al servicio del Estado, al que Corral tuvo acceso.
La consigna de Maru, según Corral, es que le adjudiquen la inacción, la negligencia, el temblor de piernas y huevos para detener, durante su quinquenio a José Noriel Portillo Gil, alias “el Chueco”, por quien las autoridades han ofrecido una recompensa de hasta 5 millones de pesos, al culparlo del asesinato de los sacerdotes jesuitas.
Y el huevón mitómano, muy a su estilo, ha dicho que al Chueco estuvieron a punto de detenerlo en el año 2018, en un operativo realizado por su gobierno y por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional. El mismísimo Luis Cresencio Sandoval Hernández, el mero mero de la SEDENA encabezó la operación contra Portillo Gil, pero “por poquito…por minutos, no cayó en las manos de la justicia”, se les peló, según la versión de Corral Jurado.
Después de este fallido intento, el des-ma-dre de Corral siguió en la sierra de Chihuahua. Imposible que un gobernante, carente de huevos y del hábito de levantarse temprano y un general que tarda horas en hacerse la rayita del peinado militar, tupido de gel modelador, pudieran capturar al siniestro personaje, ahora autor del crimen de dos sacerdotes jesuitas radicados en Cerocahui y el de un hombre dedicado a ser guía de turistas.
Después de ese operativo fallido, extrañamente, se diluyó todo intento por detener al líder regional del cartel de Sinaloa. El Ejército se replegó y los policías de Corral decidieron abandonar los lugares conflictivos después de una serie de atentados y secuestro de policías; además de un abandono de facto en las prestaciones laborales y armamento.
A pesar del crimen de un maestro norteamericano, que fue victimado cruelmente por El Chueco, se frenaron los operativos militares y policiacos. El huevón se fue a jugar golf y el jefe militar a rascarse los huevos, observando como los militares a su servicio mal construyen refinerías, aeropuertos y líneas ferroviarias.
El Chueco siguió jugando béisbol, patrocinando equipos de béisbol, controlando el negocio de la tala inmoderada de árboles y tributando a la madre tierra muertos y más muertos, a su antojo, pues la policía municipal es inexistente y los agentes estatales unos cobardes.
Una realidad a la que se le ha dado la vuelta, es lo que ocurre en la sierra chihuahuense. Todas las autoridades, incluyendo las eclesiásticas, prodigaban las necesarias consideraciones al El Chueco. Portillo Gil, además de narco, era un excelente mecenas, también para los jesuitas radicados en la sierra.
En torno al ex gobernador panista, es necesario entender su condición política. Javier Corral Jurado está muy hecho al panismo de antaño. Maneja con mucha frecuencia la teoría de las conspiraciones; siempre hay alguien que lo persigue, que escucha sus conversaciones telefónicas; siempre hay ‘alguien’ le informa confidencialmente los complots de sus adversarios…sucedió en la investigación del crimen que le quitó la vida a la periodista Miroslava Breach; también ocurrió durante la persecución judicial contra César Duarte.
Este sui generis político está marcado por ese hito en su tenebrosa historia de vida. Imbécil, cree que su historia es marginal a los hechos de corrupción, que lo embarran y exhiben su pecaminoso pasado.
Ese pasado, vincula a Corral con empresarios chihuahuenses que tuvieron que desembolsar sumas importantes de dinero, para pagar los favores políticos, el tráfico de influencias a Corral cuando acudía como tramitador, como un vulgar coyote a las oficinas públicas de la capital del país aprovechando sus relaciones políticas y el fuero constitucional.
Ese vulgar legislador, que por desgracia llegó a ser gobernador de Chihuahua, se embriagaba en los restaurantes fifís, algunos propiedad de sus mecenas, y era trasladado en aviones privados, incluso a los Estados Unidos. No había límites, el político panista se sentía poderoso viajando en las camionetas Suburban blindadas, con chofer especial y guaruras.
Todo lo que hizo el miserable huevón era considerada una acción correcta, no pasaba por su mente que sus acciones eran las de un mezquino corrupto, ni siquiera se sonrojaba al tomar los sobres amarillos, repletos de billetes de alta denominación.
Los testimonios abundan. La transferencia de dólares y pesos brincaban sin límite en las campañas políticas de Corral. No eran miles, eran millones de pesos.
La relación con uno de esos potentados tronó en contra de Corral Jurado por el trato injustos, grosero y vulgar que le otorgó al empresario, luego que el entonces gobernador decidiera emprender la defensa de su nueva aliada, Alejandra de la Vega.
El asunto se agravó tras la publicación de un desplegado firmado por su antiguo mecenas. El hecho generó un intercambio epistolar y muchas mentadas de madre al gobernante en turno. “Es un ingrato y un pendejo”, señaló enfático el empresario agraviado por el malagradecido panista.
Era el mismo Corral que en el pasado, fue un aliado del poderoso empresario juarense, quien lo invitó a participar en los ‘cuartos de guerra’ donde se confabularon en contra de la familia De la Vega. El cínico huevón, con toda seguridad, nunca confesará a la descendencia de Don Federico de la Vega las artimañas que gustosamente propuso y ayudó a ejecutar en contra del consorcio Almacenes Distribuidores de la Frontera S.A. de C.V. Así de perverso es el ex legislador, cuyo único mérito de agradecimiento es haber metido a la cárcel al ladrón de César Duarte.
Divulgar que el gobierno de Maru Campos está dando línea y chayotes a periodistas chihuahuenses, es desalentador para los periodistas que nos movemos al margen de las relaciones comerciales y públicas con los gobiernos.
Escribir algo que no le agrade a Corral o a Loera nos hace cómplices de intereses siniestros. En automático se volvieron intocables. Estos dos personajes, según su autopercepción, representan la ética y la anticorrupción. Por Dios, ¿lo creen, en serio? ¿Quiénes se creen este par de cretinos?
Tendrá cara y vergüenza Juan Carlos Loera para informarle al jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de México, Andrés Manuel López Obrador por qué nunca hizo público o denunció lo que, según él, existe en la sierra que tanto ama. Porque, aplicando la premisa que dice “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, el Príncipe de la Tarahumara tiene que clarificar, públicamente, no en el pecho del presidente López Obrador, lo que sabe y le consta.
Y si Loera pretende excusarse, bastaría con la lectura de su último artículo titulado: La Realidad de Nuestra Querida Sierra, donde expresa:
“Sin embargo, hay grandes y preocupantes pendientes, me refiero a los grupos criminales que han sembrado el terror, pretenden establecer sus propias leyes y apoderarse de las policías municipales, así como también han fijado fronteras territoriales intransitables entre uno y otro grupo criminal, pero esa condición no tendría por qué afectar a personas que se dedican a actividades productivas en favor de todos los chihuahuenses, aunque desgraciadamente esa es una realidad que duele.
La injerencia de esos grupos que operan al margen de la ley en actividades de orden público ha afectado la democracia en gran parte del estado, solapados por los partidos políticos de la derecha (pri y pan) al permitir que en sus candidaturas se incluyan a muy cuestionables personajes en perjuicio, como dije antes de la democracia”.
Hace apenas un año, en la planilla de candidatos y candidatas de quien ahora gobierna el estado se incluyó a personas ligadas a quienes por mucho tiempo han ejercido violentos cacicazgos o se presume están ligados a organizaciones criminales; un ex alcalde panista de Chínipas está detenido por el asesinato de la periodista Miroslava Breach y hace apenas unos días, en el municipio sinaloense de Choix, colindante con Chihuahua, se detuvo a otro ex alcalde panista por traer consigo 2.5 millones de pesos, de los cuales no supo explicar su origen.
Nuestro Presidente realizó señalamientos sobre las omisiones de las autoridades locales para contener la violencia, quién pudiera decir lo contrario si los partidos conservadores de Chihuahua en 2021 recibieron la “amabilidad y buen trato” de parte de los grupos criminales, mientras que los candidatos de Morena pagaron la cuota de hostigamiento, amenazas, levantones, agresiones y hasta una fatalidad.”
¿Tendrá huevos Loera de la Rosa para informar cuántas miles de hectáreas han sido taladas por los ejidatarios y narcos para ganarse dos mil pesos por cada diez mil metros cuadrados del programa Sembrando Vidas?
La objetividad que políticos, como Corral y Loera, exigen a los reporteros, hoy la exigimos al súper delegado de Bienestar y al mega huevón, el ex gobernador, para que nos aclaren quiénes son los reporteros chayoteros al servicio del gobierno de Maru Campos.