Luro Verum
Por Rafael Navarro Barrón
Es el Día Internacional de la Mujer. Es el día de la catarsis social de miles o quizá millones de damas de todas las edades y de todo el país, para salir a gritar, a rayar paredes, a desahogarse, a mentarle la madre a tanto ojete misógino que se ha pasado de macho y de mamón y cree que las hembras son de su propiedad.
Son las mujeres chihuahuenses. Las que advirtieron desde la Plaza del Ángel, en la capital del Estado, que “estamos de regreso con más fuerza que nunca y somos un montón”.
Razón de sobra. En Chihuahua, cerca de 7 mil mujeres conmemorando su día; en Ciudad Juárez, poco más de 5 mil, en el mismo tenor, en la misma posición de lucha. Hartas de ser ninguneadas, violadas, asesinadas, explotadas laboralmente. Hartas de tanto sinvergüenza en el poder que se aprovechan de la necesidad económica de esa fuerza laboral y de su condición de madres solteras o divorciadas.
Y entre esos grupos, las integrantes de los colectivos que se agrupan en la comunidad lésbicogays, que son las menos y cuyas demandas sobraban en la marcha. Porque el feminismo es otra cosa.
Todo parte del avance del ‘otro grupo’ de lesbianas, las que están incrustadas en el poder público y legislativa, las que son como machos en sus gustos y que con su poder, se abastecen de ‘novias’ y hacen chilar y huerto cuando se les alteran las hormonas. Un fuerte grupo de esas damas bigotonas, está incrustado y fortalecido en el poder legislativo del Estado. Forman colectivos invisibles que trabajan a la par de sus compañeros varones, que son igual de barbajanas que los machitos misóginos, pero nadie las enfrenta porque pasan como féminas en las estructuras políticas.
El 8 de marzo, en Ciudad Juárez, el ejército morado, inundó el primer cuadro de la ciudad. Era una ola interminable que exigía justicia, visibilidad, alto a los feminicidios, un freno a los abusos laborales que abundan en el sector público y privado de la entidad y a su visible réplica que se da en Ciudad Juárez, pero que nadie atiende.
Las maquiladoras son impunes, inmunes a cualquier reclamo oficial, a cualquier movimiento sindicalista, porque inmediatamente asustan con el petate del muerto de que “se van de Juárez”.
Las de ayer, no eran las huestes de la diputada morenista Susana Prieto Terrazas que se engolosinó con las defensas obreras y ahora es una feliz legisladora al servicio del partido en el poder. Muda, ciega, insensible al movimiento social-obrero. Ya no observa los prejuicios contra las obreras de su género, ya no se fija en la misoginia laboral, ni en los abusos que son constantes.
No, la legisladora Prieto, solo las utilizó para enriquecerse y ahora se siente soñada en la Cámara de Diputados. Porque así funciona el poder público, donde los políticos experimentan ataques de amnesia que se acrecientan cada quincena cuando el pueblo bueno, sabio y generoso le pone el cheque en la mano.
En la capital del Estado, en el mero Chihuahua, el exceso se hizo presente, al igual que la sospecha política, pues durante los discurso, la única alusión a Morena y su presidente de la República fue como una caricia al político, al hombre que cree gozar de una infabilidad como la que pregonan Papas católicos.
A Amlo, le pidieron “que no reprendiera a los colectivos que protestan en la Ciudad de México” y que “deje de poner hombres que están marcados por la agresión sexual y que son impunes por la defensa seudo moral que ofrece a los violadores el Tlatoani chichimeca.
Y allí el rostro de Salgado Macedonio, de Pedro Salmerón y de decenas de acosadores de niños, porque son ‘aguacanóicos’, encubiertos en fueros legislativos.
Los colectivos, o más bien, el colectivo morenista que se adueñó de la marcha en Chihuahua, fue dura con el panismo
Al culicagao alcalde de Chihuahua, al mozo de gobierno, a Marco Bonilla, se le recriminó su infantil mensaje de autorización para “rayar la ciudad”. “¡Gracias por autorizarnos a rayar las paredes, pero aunque no nos autorices, de igual forma las vamos a rayar!”, respondió la vocera, entre coros eufóricos y vítores que se ahogaban con el canto de los tambores de guerra.
Y al grito del que “no brinque es macho”, tupieron al culicagao Bonilla con un mensaje lacerante: “Y asegúrese que la próxima vez el permiso de rayar nos llegue a nosotros antes de publicarlo en los medios”.
El palacio de gobierno fue semidestruido, sin que se moviera la mano de la justicia, sin que los policías del cibernético Fiscal General del Estado, los Robocop de la nueva generación de policías al servicio del Estado, hicieran acto de presencia. Menos las fuerzas que obedecen al sonso alcalde de Chihuahua que estaban asustados y replegados con sus pistolitas de agua cargadas, por si las dudas.
Y entre brincos y consignas, con el estribillo “¡El Estado defensor del macho violador!”, se quebraron los vidrios de las ventanas del primer piso del edificio estatal y en las paredes colocaron consignas, entre ellas una larga lista de violadores, de misóginos, de imbéciles y cobardes golpeadores que caminan impunes por las calles de las ciudades donde viven, sintiéndose muy hombres porque tienen un falo que no pueden controlar.
Las protestas sobraban. Una maestra y su hija, se plantaron con una manta que denuncia la misoginia del profesor Rafael Castañón Pérez, funcionario de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua, a quien acusan de mercenario, sociópata, anarquista y neófito. Además de una frase lacerante “protejan a los docentes no a los delincuente”.
El susodicho violentó la autonomía laboral, corrió a la maestra y ha bloqueado el esquema de indemnización. Este pendejete maestro, ayer fue exhibido.
Los gritos siguen, los corillos no cesan “¡Señor, señora no sea indiferente, se matan las mujeres en la cara de la gente!” y en el suelo de la Plaza del Ángel, la leyenda: “Democracia es feminista o no es democracia”.
Durante los discursos, la flama se enciende. “Estamos aquí por las que ya no pueden hablar; Por las que tienen miedo a hablar;
Por las que no pueden estar aquí porque viven con sus agresores…”
Y como era su día, tenían mensaje para todos. Para los medios de comunicación, el hacha justa: “dejen de ser cómplices y dejen de exhibir nuestro cuerpo o exhibirnos cuando nos matan o nos violan porque invitan a la sociedad a hacer lo mismo”.
A los diputados: “Dejen de legislar con sus creencias religiosas que ponen en riesgo nuestras vidas. Seguiremos abortando con o sin su permiso…”
A la gobernadora: “No se te olvide que el puesto que tienes se lo debes a las mujeres que lucharon, marcharon y rayaron años atrás”.
Al rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua, al sustituto y al ladrón que se fue, la acusación del silencio y el proteccionismo a la planta académica, a los sátiros y mentecatos que abusan de las jovencitas. Y la referencia es un reflejo de la evidencia: “las denuncias de acoso no son falsas y ni todo es inventado, todo es real, la falta de prueba es que ninguna mujer va a presentar pruebas del acoso que sufre en el salón de clases. Deje de ser cómplice y encubrir a violadores”, señala la misiva pública.
El palacio de gobierno fue vandalizado al unísono grito de ¡Justicia! ¡Justicia! Y mensajes literales a los que gobiernan en las estructuras panistas.
Y las cosas no se quedaron allí. La figura de Francisco Villa, el icónico monumento, orgullo de muchos; el caudillo del norte fue expuesto como un significativo misógino de la historia; un infiel y polígamo asesino, mutilador. El Centauro y su caballo ‘Siete Leguas’ quedaron manchados de rojo para contradecir a los historiadores que enaltecen a los cobardes, pero la sociedad, tarde o temprano, los pone en su lugar.
Es tarde y el palacio de gobierno luce como después de una guerra civil. Pareciera un bombardeo ruso en Ucrania. Los vidrios quebrados dan cuenta del coraje de la mujer chihuahuense.
Sangre real chorrea por uno de los vidrios, porque una jovencita intentó arrancarlo y en el intento se rebanó la mano. La lesionada fue subida a una ambulancia de Urge, del gobierno estatal y llevada a un nosocomio.
En cada martillazo a los viejos ventanales estaba la furia de las mujeres chihuahuenses que son muy valientes y han sido fundamentales en los movimientos civiles y políticos.
No se concibe el Verano Caliente de 1986 sin la participación de la mujer en las calles; no se concibe la lucha obrera mexicana sin las valiosas mujeres.
Pero el hombre, los imbéciles gobernantes, piensan que las secretarias, que las subalternas, son para servirles café y galletas. “Dos de azúcar y una de crema”, la consigna absurda.
Bien lo decía la canción de ‘Secretaria’ que inmortalizó el grupo español Mocedades, “Fui también la Celestina, de tus citas clandestinas y aprendí a estar bien callada”. Así es como se concibe a la mujer en el absurdo poder político y económico. No hemos aprendido a darles el lugar que merecen, a respetar sus virtudes y cualidades, su inteligencia y visión.
Como dijo la alcaldesa de Nuevo Casas Grandes, la ex morenista y ahora panista, “los pinches viejos de Morena piensan que todas las mujeres somos de su propiedad y que estamos listas para saciar sus instintos sexuales cuando se les antoje”. La referencia inmediata a un connotado morenista, muy cercano al presidente, pero como es muy llorón, me reservo su nombre.
Es el Día Internacional de la Mujer y el que tenga oídos para oír, que oiga.