De mal en peor la comunicación entre adicto y codependiente

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De adicto a ADICTO

Por Ernesto Salayandía García.

Un drogadicto en casa

Lo he dicho muchas veces lo difícil y complicado que es vivir con un alcohólico, con un drogadicto o enfermo emocional, que al caso es lo mismo y cuando me refiero a enfermo emocional tengo que considerar al farmacodepente, lodopata, marihuano, maniaco depresivo, a las víctimas de trastornos alimenticios, bulimia, anorexia, obesidad, a los adictos a los espejos, prendidos de la vigorexia, a los neuróticos y por supuesto al mismo codependiente, propiamente, vivir al lado de un enfermos, es como si se tratara de una maldición, no hay poder humano que te rescate y en este tenor, cabe destacar la pésima convivencia y por ende comunicación entre un adicto activo o no y un codependiente que viven en el costal de perros y gatos, palpablemente en el mismito infierno, donde ninguna de las dos partes da su brazo a torcer y es el cuento de nunca acabar

Características de una torpe comunicación

Irrumpir, no dejar hablar, es decir interferir con algún comentario mientras la otra persona está hablando, robar o cambiar del tema del que la otra persona está hablando, no mirar a los ojos, estar distraído, mostrando poco o nulo interés con una actitud de apatía, ir manotazos, azotar puertas, aventar cosas como una demostración de enojo, Insultar, explotar, humillar, ofender, denigrar, comparar, ridiculizar, arremedar, provocar, retar, culpar, revivir el pasado, embarrar en la cara errores cometidos, involucrar a terceros, carecer de tolerancia, romper con los vínculos de comprensión y respeto, especular, suponer y dar por hecho lo que se piensa y se cree, aferrarse a ello, sin permitir el debate, que la otra persona se defienda, Juzgar, sentenciar, culpar, dar la espalda y cancelar el dialogo, dar la espalda, mantenerse en silencio, resentirse y olvidar que el silencio es una plataforma muy clara de expresión que muestra indiferencia, por supuesto, echar culpa, estar predispuesto,  negatividad, poner etiquetas, tener prisa, nula tolerancia, posponer el dialogo, lavarse las manos, ser  mecha corta, irritable, explosiva, usar groserías, calificar, descalificar, sentenciar, amenazar, retar.- Tan malo el pinto como el colorado.-

Le negación, ante todo

Ninguna de las dos partes en conflicto acepta su responsabilidad, no reconoce la rebanada del pastel que le corresponde, lo más sencillo e echarle la culpa al otro,  ambos son actores, adicto y codependiente,  merecedores a ganar el Oscar de la academia, maximizan , minimizan los hechos, rompen bruscamente los vínculos, usan la lengua, como si fuera un verdadero bisturí, tan mala es la comunicación, que establecen una tormenta  de culpas, uno contra el otro, rompen con facilidad los nexos, emocionalmente se golpean severamente, se conocen también que saben dónde y cómo golpear, hay una tormenta de reclamos, berrinches, amenazas, se denigran con frases  y groserías, no hay sano juicio es un dialogo, por demás toxico, sumamente enfermo, claro está que se llenan de resentimientos y rompen con los vínculos de una buena comunicación, entre más pasan los días, es mucho más dócil establecer la armonía y el dialogo.

Perfiles de los enfermos

El adicto, en materia de comunicación, es hipersensible, hay que tratarlo con pincistas, se siente hecho a mano,  la mayor parte del tiempo está a la defensiva, sus reacciones son infantiles, agresivas, por demás neuróticas, es mecha corta, grosero, humillante, retador, soberbio, aplica el código que la mejor defensa es el ataque, por supuesto, es histórico guarda en su pasado amargas heridas profundas del alma, no escucha razones, contradice por naturaleza, no acepta su responsabilidad, es hipócrita, aparenta ser lo que no es, mitómano, extorsionador emocional, es narcisista,  egocéntrico, apático, cerrado, terco,  mitómano, se defiende a capa y espada, justificando sus nefastas actitudes, por ende, sus adicciones, no tiene humildad, carece de sano juicio, es labioso, no hay quien le gane y es terco como una mula, mientras que el codependiente es aferrado,  se cree el dueño de la verdad y la defiende a capa y espada, no sabe pedir las cosas, regaña, agrede, insulta, intimida, humilla, compara, se resiente, por supuesto que se auto conmisera, se cierra al dialogo, es tajante, autoritario, hostiga, denigra, humilla, insulta, no sabe reconocer sus errores, mucho menos ofrecer disculpas o pedir perdón por los insultos. ambos buscan alianzas y justifican así mismos, escogen escenarios equivocados para la comunicación que se torna en peleas, no usan los espacios adecuados, ni los momentos apropiados para comunicarse, cometen serios errores en ese sentido, nadie les enseño los códigos de una buena comunicación, ni hacen un esfuerzo por capacitarse, escuchar conferencias, ver  películas, asistir a talleres, creen que lo saben todo.- Muchas veces el codependiente cree que echándose a llorar va a lograr darse a entender.-

La comulación no verbal

Somos más visuales que auditivos, el mensaje tiene un 70 por ciento en la comunicación corporal, un 20 por ciento en la comunicación facial y tan solo un diez por ciento en la comunicación oral, es decir, tenemos una mala comunicación debido a que ofrecemos un lenguaje corporal rígido, comprimido, desganado y mostramos, una expresión facial de enojo, tensa, por demás triste, expresamos un movimiento torpe, perezoso, sin luz, ni energía, el lenguaje corporal puede revelar tanta o más información que las palabras,