Y el que se sentó en la mesa del equipo de Dígalo Tal Cual el pasado sábado fue nada menos que el presidente municipal de Chihuahua, Marco Bonilla, quien llegó dispuesto a aguantar el calor de los reflectores… y de los entrevistadores. Entre cuestionamientos directos de Rafael Navarro y de quien esto escribe, Luis Carlos Carrasco, el alcalde mostró oficio. Sí, hubo momentos en los que sudó —cómo no— pero hay que reconocer que trae tablas y supo navegar la conversación sin naufragar.
La entrevista completa podrá verse este miércoles a través del canal de YouTube Tal Cual La Revista de Juárez, además de Frontera Elite y toda la marca Tal Cual. Vale la pena, porque los temas dieron para mucho y para todos los gustos.
Bonilla no rehuyó nada. De entrada, dejó claro que está “consciente del peso que hay sobre mí para mantener la gubernatura y ganar Chihuahua”. Una frase que, por sí sola, dice bastante del momento político que vive. También aseguró que Cruz Pérez Cuéllar no es su enemigo, sino su “adversario político”, marcando distancia del pleito personal que algunos quisieran ver.
Hubo espacio para anécdotas, como su encuentro reciente con Andrea Chávez en un vuelo donde, según contó, platicaron sin mayor tensión. El contraste entre Juárez y Chihuahua, la relación con Maru Campos —que, aceptó, “sí me regaña”— y otros temas igual de sabrosos terminaron de dibujar a un alcalde que se sabe en ruta a 2027 y que mide cada palabra, pero no rehúye al intercambio.
Así que no se la pierda. La entrevista viene cargada de política, estrategia, tensión… y uno que otro resbalón humano que siempre revela más que cualquier discurso.
México se paraliza por el hartazgo social

El hartazgo social
En medio del creciente malestar que distintas organizaciones han acumulado contra las erróneas políticas y los fallidos sistemas de operación del Gobierno de la República, hoy el país amanecerá con un mensaje contundente: miles de transportistas y campesinos bloquearán carreteras, aduanas y casetas en 25 estados. No es una protesta menor ni un berrinche sectorial; es, quizá, una de las expresiones más claras del hartazgo nacional.
Los transportistas llevan años denunciando lo mismo: carreteras convertidas en tierra de nadie, rutas donde la ley del crimen organizado pesa más que cualquier autoridad, y un panorama donde extorsiones, secuestros y robos se volvieron parte del trayecto. MORENA, dicen ellos, ha respondido con discursos… pero no con seguridad. Y ya no están dispuestos a esperar.
Cansados de las injusticias y de que sus reclamos reboten en los oídos sordos de la Federación, hoy recurren a lo que llaman “acciones drásticas”, una medida que, advierten, no buscan, pero se ven obligados a tomar para ser escuchados. Y como suele pasar en estas mareas de inconformidad, otros sectores aprovecharon el impulso para subir su propia exigencia.
Los campesinos, que también llevan tiempo tocando puertas cerradas, se suman al megabloqueo con una lista clara y urgente: fortalecer la agricultura nacional, excluir los granos de las revisiones del T-MEC, crear una banca de desarrollo exclusiva para el campo y publicar de una vez por todas los precios de garantía para toda la producción agrícola. No están pidiendo privilegios; exigen condiciones mínimas para no abandonar el surco.
El Gobierno federal podrá intentar minimizar la protesta, acusarla de política o señalar supuestos intereses ocultos. Pero lo cierto es que ningún bloqueo ocurre en un vacío. Cuando miles de ciudadanos de dos sectores estratégicos del país deciden detener el movimiento económico, el mensaje es claro: algo está fallando, y está fallando desde arriba.
Hoy, México se paraliza para que lo escuchen. La pregunta es: ¿alguien en Palacio Nacional abrirá los ojos?
A un año del cierre de la frontera a la exportación de ganado

A un año del cierre de la frontera por el gusano barrenador
El cierre de la frontera para la exportación de ganado del norte del país hacia Estados Unidos cumple ya un año, y lo más preocupante es que no hay señales de una solución cercana. Lo que inició como una medida técnica por un brote sanitario se ha convertido en un problema económico profundo y, sobre todo, en un monumento a la ineficiencia del Gobierno Federal.
El origen del cierre es conocido: la aparición de la mosca del gusano barrenador en el sur del país. Desde entonces, la frontera permanece bloqueada, con apenas un intento de reapertura… fallido, improvisado y claramente insuficiente. Pero el problema no está en el norte; está en el sur, donde Estados Unidos ha insistido una y otra vez en que ganado infectado sigue ingresando a México sin control fitosanitario, en un escenario donde el Gobierno Federal se niega —o no puede— sellar adecuadamente la frontera.
La consecuencia es devastadora. En solo un año, las pérdidas para el sector agropecuario ya superan los mil millones de dólares, golpeando con especial fuerza a Tamaulipas, Nuevo León, y de manera muy marcada a Sonora y Chihuahua, estados cuya economía rural depende directamente de la exportación de ganado. Miles de productores se encuentran en crisis, algunos al borde del cierre definitivo.
Lo más indignante es que el problema no es técnico, ni siquiera diplomático: es voluntad. No existe la mínima disposición del Gobierno Federal para corregir la deficiencia fitosanitaria que detonó este desastre. Y mientras esa omisión persista, Estados Unidos no cederá ni un centímetro en la reapertura de la frontera. Así de sencillo, así de predecible y así de evitable.
El campo del norte está pagando el precio de una negligencia que no es suya. Lo peor es que, si no se actúa ya, este segundo año de cierre podría ser aún más costoso que el primero. Y para muchos productores, eso ya sería insostenible.


