Claudia Sheinbaum Pardo y su discurso conciliador

por Talcual
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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, cumplió con ofrecer una fiesta en el Zócalo capitalino, en lugar de una arenga nacionalista y al grito de guerra.

Realizó su asamblea, que se convirtió en un pachangón con grupos musicales para todos los gustos, incluyendo los mariachis.

Su discurso fue más de reconciliación y de gran colaboración con los Estados Unidos en los temas migratorios y la introducción de drogas.

No se centró en la soberanía, el respeto y la defensa de la Patria como se esperaba, pero no dejó de lado la firmeza en la economía de México y la grandeza de nuestro país.

Su mensaje quedó en cooperación y en su promesa de no más fentanilo para los Estados Unidos, ni para el mundo, ni para nuestro país, “por razones humanitarias.”

Esto es, se diga o no, un reconocimiento a que México produce y, por desgracia, consume esta poderosa y letal droga. Negarlo, como se hizo el sexenio pasado, significaba desatar los demonios del “Tasmania” del principal socio comercial.

La salud de la gobernadora

La salud de la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos Galván, ha generado diversas especulaciones luego de su reciente hospitalización para una operación gástrica. Mientras que la versión oficial sostiene que se trató de una intervención programada tras la conclusión de su Tercer Informe de Gobierno, otras fuentes cercanas indican que la mandataria habría sido ingresada de urgencia debido a un fuerte dolor abdominal.

De acuerdo con esta segunda versión, el malestar podría estar vinculado con una cirugía previa por hernia hiatal y reflujo gástrico.

Por ahora el equipo médico que atiende a Campos Galván ha señalado que su evolución es favorable y que podría ser dada de alta entre hoy o mañana, siempre y cuando no surjan complicaciones. Sin embargo, la recuperación total podría tomar varios días más, lo que obligará a la gobernadora a operar a distancia, al menos en los asuntos más prioritarios.

El IMSS en Ciudad Juárez: un sistema rebasado

La infraestructura hospitalaria en Ciudad Juárez se encuentra en una crisis evidente. Ejemplos como el HGZ #35, el HRZ #66 y el HRZ #2 ilustran el rezago en el que nos han dejado las decisiones centralistas y la falta de visión a futuro. Parece que algunos funcionarios piensan que la ciudad sigue siendo la misma de 1956, cuando se construyó el hospital “Benito Juárez” #6 del PRONAF, sin tomar en cuenta el crecimiento exponencial de la población y el parque vehicular.

El problema no es nuevo, pero la administración actual ha demostrado una visión sesgada de la realidad. El director del IMSS, Zoé Robledo, parece creer que México es solo el sureste y ha concentrado los esfuerzos en aquella región, dejando en el abandono a ciudades como Juárez, donde la demanda hospitalaria crece sin freno y los recursos son insuficientes.

La falta de planificación y la negligencia han llevado a que los hospitales de la frontera operen al límite de su capacidad. Los ciudadanos enfrentan tiempos de espera inhumanos y condiciones que rayan en la precariedad. La 4T prometió cambios estructurales en el sistema de salud, pero lo único que hemos visto es un traslado de recursos hacia proyectos con motivaciones políticas y electorales.

Ciudad Juárez necesita soluciones urgentes. No podemos seguir con hospitales colapsados mientras las autoridades miran hacia otro lado. La salud pública debe ser una prioridad real, no un discurso vacío en conferencias matutinas. Es momento de exigir respuestas y acciones concretas que atiendan las necesidades de nuestra frontera.

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