Andrea Chávez y la campaña que no es campaña

comparte la columna Rayos y Centellas

por Talcual
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El Instituto Estatal Electoral de Chihuahua no sólo admitió, sino que ya resolvió la denuncia interpuesta contra la senadora de Morena, Andrea Chávez Treviño, por presunta campaña anticipada y uso indebido de recursos públicos. Y es que la figura de la legisladora ha estado más presente en ambulancias y unidades médicas de Guadalupe y Calvo que en el propio Senado.

En su primera resolución, la autoridad electoral determinó que existen elementos suficientes para aplicar medidas cautelares. ¿Qué significa esto? Que deberán eliminarse su imagen, nombre y cargo de toda propaganda visible en las unidades médicas, en la ambulancia y en el consultorio señalado. En pocas palabras, que deje de promocionarse donde no debería.

Por supuesto, la senadora puede impugnar esta decisión. Tiene las puertas abiertas del Tribunal Estatal Electoral, e incluso de la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con sede en Guadalajara. Pero ese no es el punto más relevante.

Lo que realmente importa —y preocupa— es la falta de voluntad política por parte de la propia Andrea Chávez. Porque incluso la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ya había sugerido (con la sutileza que permite el poder) que se bajaran esas imágenes. Pero la senadora simplemente ignoró el consejo. Le valió.

Ese desdén hacia las formas, hacia la legalidad electoral y hacia las recomendaciones de la propia jefa del Ejecutivo federal, habla más que cualquier campaña anticipada. Habla de un estilo de hacer política que se asume intocable, que estira los límites con la confianza de que nada pasará.

Por lo pronto, la imagen de Andrea Chávez tendrá que desaparecer de los espacios públicos… al menos mientras el litigio corre su curso. Pero el daño ya está hecho: la senadora aprovechó recursos públicos para posicionarse. Y aunque la ley diga otra cosa, en la práctica eso ya fue campaña.

El Judas que no llegó al Congreso

Geo Bujanda

Por lo pronto, el Judas morenista no se presentó en el Pleno del Congreso. Tampoco lo hizo Georgina Bujanda Ríos, al menos no como presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, cargo al que aspiraba con el respaldo del bloque PAN, PRI, PVEM, MC y PT.

Tal como se anticipaba y lo auguró Tal Cual y el portal Acento de Chihuahua, de los legisladores de Morena se cerraron en bloque: no prestaron ni un solo voto para apoyar la propuesta de Bujanda. La aspirante requería 22 votos —mayoría calificada—, pero sólo alcanzó 21 en ambas rondas de votación. Morena, con sus 12 diputados, optó por anular sus sufragios en ambas ocasiones, con lo que impidió cualquier posibilidad de consenso.

En la antesala del debate, se especulaba que al menos un voto de Morena podría inclinar la balanza. Alguien rompería filas, decían, pero ese Judas esperado nunca llegó. Quedó en promesa, en susurro de pasillo.

Lo que sigue es integrar una nueva terna de aspirantes. Geo Bujanda puede repetir —la ley lo permite—, pero sin negociación de fondo, el resultado podría volver a ser el mismo: bloqueo absoluto.

En caso de que Bujanda no figure en la siguiente propuesta, tocará revisar qué perfiles podrían cuadrar con los intereses, cada vez más encontrados, de las distintas fuerzas políticas en el Congreso local. Si no se alcanza nuevamente la mayoría calificada, el despacho de la Comisión Estatal de Derechos Humanos seguirá bajo la tutela del actual encargado, Alejandro Carrasco.

Esto revela no sólo una falta de acuerdos, sino una especie de parálisis legislativa que empieza a pasar factura. Porque cuando ningún grupo cede, no sólo se estanca el Congreso: se entorpece el desarrollo institucional del estado y se debilita la gobernabilidad.

El eterno descanso magisterial

Otras vacaciones para los profes

No cabe duda: ser maestro en México es, entre otras cosas, tener un calendario laboral que muchos envidiarían. Y es que, mientras el resto del país apenas se recupera del maratón vacacional de Semana Santa, los profes ya están listos para lo que parece un segundo round: el megapuente de mayo.

Sí, así como lo oye. Este fin de semana los docentes se despiden de las aulas para tomar cinco días consecutivos de descanso. El jueves 1 de mayo no se trabaja —claro, Día Internacional del Trabajo, conmemorado precisamente no trabajando—, y el viernes 2 se suspenderán las labores por algo tan poético como “la reflexión de días conmemorativos”.

Pero la cosa no acaba ahí. El lunes 5 de mayo también es inhábil, en memoria de la Batalla de Puebla. Con esto, los profes amarran un puente de cinco días, perfecto para una escapada a la playa, un recorrido por algún Pueblo Mágico o simplemente para recargar baterías antes del siguiente sprint escolar.

¿Y las clases? Esas volverán hasta el martes 6 de mayo. Para entonces, ya todos tendrán su bronceado listo y, ojalá, el ánimo renovado para lo que resta del ciclo escolar.

No es crítica —faltaba más—, pero sí un retrato de cómo el calendario educativo termina funcionando a veces más como una guía turística que como una ruta de formación académica. Aún así, ¡órale!, que aprovechen el megapuente.

Total, la SEP siempre tendrá otro motivo para suspender clases.

 

 

 

 

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