Allá en la capital del estado de Chihuahua, los panistas ya no saben si prenderle una veladora a San Judas Tadeo o directamente rogarle a Mickey Mouse, porque su “gallo”, el alcalde Marco Bonilla, no sale de una bronca cuando ya anda metido en la siguiente. Y es que mientras la ciudad capital vive sus días más complicados en materia de inseguridad, movilidad urbana, servicios públicos y gobernabilidad, el edil decidió que era momento de… tomarse otras vacaciones.
Sí, leyó usted bien. Apenas hace unas semanas regresó de un viaje internacional a Roma, donde tuvo el privilegio de visitar la sede papal —esperemos que haya rezado por la capital y no solo por él—, cuando de nuevo hizo maletas, esta vez con rumbo a Disneylandia, porque al parecer lo suyo, lo suyo, es el turismo internacional y no precisamente el servicio público.
Cuentan los propios panistas —ya con cara de resignación— que el alcalde Bonilla se aventó otros quince días fuera del país, esta vez para convivir en familia. Muy respetable, claro está, pero ¿y la ciudad? ¿Y la seguridad? ¿Y el trabajo que tanto presume en entrevistas?
Mientras tanto, en Chihuahua capital, los vecinos siguen reportando balaceras, baches que parecen cenotes y una creciente sensación de abandono institucional. La oposición, por supuesto, está haciendo su agosto, pero son los propios blanquiazules los que están más nerviosos: ven con preocupación que el proyecto político de Bonilla, que hasta hace poco perfilaban para dar la pelea por la gubernatura, se les está desinflando a punta de selfies vacacionales y ausencia de liderazgo.
Y es que como están las cosas, al alcalde ya no lo imaginan en campaña… sino en su siguiente escala turística. ¿Será París? ¿Tokio? ¿O tal vez un retiro espiritual en Tíbet? Eso sí, que no le falte cobertura en redes y buena iluminación para las fotos.
Por lo pronto, Chihuahua capital se queda una vez más a la deriva, mientras su alcalde aplica aquello de “desconexión total” … como si gobernar fuera un lujo opcional.
Cruz sorprende en territorio azul

Cruz Pérez Cuéllar en Hidalgo del Parral
El que sí dejó boquiabiertos a más de uno fue el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, quien no tuvo reparo en ponerse la gorra de brigadista y salir, junto a un grupo de jóvenes, a encuestar ciudadanos en pleno corazón de la capital del estado. Un gesto que, aunque parezca menor, tiene una fuerte carga simbólica en la arena política chihuahuense: un alcalde morenista caminando por el centro neurálgico del panismo sin escoltas, sin arrogancia y, sobre todo, sin miedo.
Según cuentan quienes lo vieron —y juran que no están exagerando—, Cruz saludó a cientos de personas en la Plaza de Armas, donde les gusta lubricar sus zapatos, justo frente al edificio de la Presidencia Municipal de Chihuahua. Un movimiento que no sólo sorprendió por lo inusual, sino también por lo frontal: pararse frente a la casa del rival para escuchar al ciudadano es una jugada que pocos se atreven a hacer en tiempos de polarización.
Pero la historia no terminó ahí. Luego del paseo por el primer cuadro, el alcalde juarense y su comitiva se adentraron en distintas colonias populares de la capital. En cada punto, aseguran, fue bien recibido por las familias. Entre saludos, selfies y hasta alguna que otra petición ciudadana, Cruz reforzó el mensaje que ha venido construyendo: el de un político cercano, que no se encierra en el despacho, y que puede caminar donde otros prefieren mandar operadores.
Y cuando uno pensaría que el recorrido había terminado, Cruz sorprendió una vez más: su siguiente destino fue nada menos que “la capital del mundo” —como le dicen, con orgullo, a Parral—, donde continuó su ruta de contacto directo.
¿Casualidad? ¿Precampaña disfrazada? ¿Movimiento estratégico para medir su impacto en territorio panista? Cada quien sacará sus conclusiones. Lo cierto es que el gesto fue visto, el mensaje fue claro, y los reflectores —al menos por un momento— apuntaron a quien decidió caminar sin miedo en terreno adverso.
Ahí está el dato…
El PAN va contra el pésimo servicio del IMSS

Daniela y el PAN por mejores servicios del IMSS
La dirigencia estatal del PAN decidió salirse del libreto tradicional y este lunes ofreció una rueda de prensa en un lugar más que simbólico: nada menos que en la entrada del Hospital Morelos del IMSS, aquí en la capital.
No hay en la memoria reciente antecedente de una conferencia de prensa formal en la entrada de un hospital, menos aún convocada por Acción Nacional, lo que habla de la gravedad del mensaje que pretenden enviar.
Aunque en la convocatoria no se detallaron los temas, era claro desde el principio: una protesta con mensaje político directo contra el Gobierno Federal y la administración de los servicios de salud bajo el sello de la Cuarta Transformación.
Y es que la situación en el IMSS es crítica. Los testimonios de los derechohabientes se acumulan por cientos, todos con el mismo tono: colapso en los servicios de urgencias, quirófanos inactivos por falta de insumos, un desabasto crónico de medicamentos y citas con especialistas con plazos que se extienden, en el mejor de los casos, hasta un año.
La rueda de prensa fue encabezada por la presidenta estatal del PAN, Daniela Álvarez, acompañada por las diputadas federales Carmen Rocío González y María Angélica Granados, además de algunos legisladores locales. La puesta en escena, en plena banqueta frente al Hospital Morelos en la capital del estado, tuvo un solo objetivo: exhibir públicamente el deterioro del sistema de salud federal y buscar cobrar factura política por ello.
Este tipo de acciones marcan un nuevo estilo de protesta opositora: no desde el Congreso ni con desplegados, sino desde las calles, desde los puntos donde se vive y se padece el fracaso gubernamental.
¿Mensaje arriesgado? Puede ser. ¿Oportunista? También. Pero lo cierto es que, en el contexto actual, el PAN encontró en el dolor de los derechohabientes un punto de presión política para confrontar al régimen de la 4T. Y lo hizo justo donde más duele.