Epístola de Duarte a Maru Campos Galván

ASÍ FUE COMO CORRIERON A ADRIANA TERRAZAS

por Talcual
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Por Rafael Navarro Barrón

No es oficial. Tampoco es una especulación o un rumor. Lo que sí es un hecho, es la advertencia velada -no amenaza, lo aclaro- del exgobernador César Duarte hacia María Eugenia Campos Galván y los otros actores políticos que están incluidos en la fantasmagórica o quizá real ‘nómina confidencial’.
De acuerdo a las evidencias, no negadas por la Fiscalía General del Estado ni por los jueces de la causa, el exgobernador priista, usaba la nómina secreta para pagar (y seguramente callar) a personajes con futuro político, a periodistas y comentaristas de noticias, a obispos católicos y ha dirigentes de partido.
No inventaré una narrativa que no me consta, pero la famosa carta que, Adriana Terrazas Porras, hasta hace unos días representante del gobierno estatal en la Ciudad de México, entregó a Maru Campos, hizo que la gobernante estallara en cólera.
La molestia se centraba en la extralimitación de facultades de la exdirigente priista y exdiputada local morenista, Adriana Terrazas. Hasta ese momento representante en la Ciudad de México, no se sabe si personalmente o por teléfono, le confesó a Maru Campos que sus virtudes humanas y políticas se basaban en “no negar a sus amigos… y César Duarte es mi amigo”, respondió con esa voz gruesa y franca a una gobernadora que no podía creer lo que el convicto en libertad condicional le había escrito.
¿Existió la carta? Evidentemente sí. De no haber existido la epístola, oficialmente circularía ya una negativa pública, donde los escribientes de palacio harían puntualmente la anotación de que todo se trataba de un vulgar material apócrifo, fake news (para ajustarme a la moda de las redes sociales), un documento inexistente, carente de originalidad y verdad…un panfleto mental, sin ningún valor.

MARU CAMPOS Y ADRIANA TERRAZAS

Pero las evidencias son más contundentes. La brillante y siempre megalómana mente del exgobernador Duarte, tiñó de tinta negra la hoja de papel blanco y allí expulsó, como un alma en pena, la retórica de su condición de ‘acorralado’.
Juan Rulfo se quedó corto con el cuento aquel de ‘¡Diles que no me maten!’. Así era la carta, como la súplica de Juvencio Nava ordenando a su hijo Justino, del mismo apellido, que fuera, no con el sargente, sino con la gobernadora Maru.
No quiero volver a prisión, pensaría el atribulado exmandatario que, de acuerdo a las versiones oficiales sobre su caso judicial, está más embarrado que un niño recién nacido con soltura de estómago.
“Diles que no me maten, Adriana…que ya entendí. Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios…”
Entonces vino la idea de la carta. La emisaria ya se tenía, solo faltaba la entrega. Fue así como la mente siempre activa, siempre extrema en asuntos de la estrategia política, ideó la carta. Los puntos, las comas, cada verbo, cada sustantivo, cada adjetivo, en fin…¡todo!, pulcramente cuidado.
Entonces se previó el encuentro. La enviada especial de Duarte, la mismísima representante de la gobernadora en la ciudad de México que, dicho sea de paso, no anticipó lo riesgoso de la estrategia duartista y, con la inocencia de una colegiala teresiana, le entregó la carta a la gobernadora.

ADRIANA TERRAZAS EN EL PROGRAMA DÍGALO TAL CUAL

En entrevista con el equipo de TalCual Juárez, Adriana ataja:
“No, no fue así”, señala en forma categórica. “Yo no puedo revelar cuestiones que un amigo pide o no me pide, la verdad es que yo nunca he negado a mis amigos. Le tengo una gran amistad, un gran cariño. Además la relación entre la Gobernadora yo está bien, no hay ningún problema”.
La salida de Terrazas fue parte de las decisiones políticas que se tienen que tomar, explicó la exfuncionaria estatal. Algo de lo ocurrido formó parte de las decisiones que habrían de tomar (rumbo al 2027)”, señala.
Algo así como: “no me caí del burro, es que ya me iba a bajar”.
Protegiendo el futuro inmediato, afirma que Maru Campos ha gobernado extraordinariamente nuestro Estado…
En el limbo partidista, Adriana refiere que “ahorita no estoy en ningún partido político, estaré con la señora Gobernadora hasta el último día de su mandato. Esté con ella como persona o como gobernante de mi ciudad, donde vive mi familia, donde viven mis amigos”.
Además, César Duarte fue su jefe político y “a él le debo la diputación federal”, sentenció Adriana Terrazas, una mujer con raíces camarguenses que presume 40 años en las lides de la política partidista y sin ninguna mancha a su paso por la función pública.
Sin que el equipo de TalCual Juárez tenga una copia de la epístola duartista, porque ni el gobierno, ni Duarte, ni Adriana han mostrado su contenido, el contenido, según los que ya la leyeron, muestran al ‘César de los gobernadores’, como lo llamó Juan Gabriel, desesperado, temeroso, con una cronofobia propia de un hombre que intenta emular al personaje principal del ‘Monje que vendió su Ferrari’, del escritor canadiense Robin S. Sharma que magistralmente narra la historia de Julián Mantlese.
Según el libro motivacional de Sharma, Mantlese lo tenía todo para ser feliz (como César Duarte lo tubo en su momento): una cadena de residencias, un rancho o varios (pero Duarte no acepta que existan), una carrera prestigiosa como abogado (igual que Duarte que nunca ha ejercido por estar en la política), una cuenta millonaria y todo tipo de posesiones (igual que Duarte).
Entre ellas, Mantlese tenía un precioso Ferrari rojo que se había comprado recientemente. Sin embargo, Julián, no estaba llevando la vida idílica que se suponía.
Un infarto llevó a Julián Mantlese al borde de la muerte y de la reflexión profunda de establecer si la vida que llevaba valía la pena frente al sacrificio de su cuerpo, su tiempo y su fama como abogado.

LA GOBER Y LA EX REPRESENTANTE EN MÉXICO

Eso le pasó a Duarte, pero el exgobernador no se convirtió en un monje tibetano, sin embargo el amigo de Adriana Terrazas se ve renacido, escondido en rituales humanos que expresan felicidad -o quizá falsa la falsa felicidad que, a veces, nos ofrece la vida-, como bailar desaforadamente como si no tuviera un antecedente cardiaco; como comer en los mejores restaurantes, dar paseos y dialogar con su grupo político y amigos de siempre.
Ahora muestra una cara nueva, un look que le hace verse, pese a los años de cárcel, más joven. Ya no parece el ‘carnal Marcelo’, ni Capulina, como le decía Teto Murguía. Ahora está más delgado, con una barba blanca crecida y una testa que denota la siembra de cabello.
Ya no parece político del siglo pasado, sino un renacido que no creemos que venda el Mercedes Benz en el que se mueve y que algún día se coloque la túnica de la orden del Tibet.
La carta, pues, de Duarte, como lo establecimos, es una advertencia que refleja el acorralamiento. Porque todo hace suponer que ira de nuevo a la cárcel y él no se hace a la idea de vivir los últimos años de su vida en prisión y salir casi a los 80 años.
De allí la inspiración, la genialidad, la virtuosa inteligencia política del exgobernador para advertir que, en cuanto se vea acorralado, tendrá que abrir la caja de Pandora de donde saldrían todas las calamidades para los panistas que nos gobiernan. Entonces podría revelar que sí hubo una nómina confidencial y otros pequeños secretos, inconfesables, por ahora. Esa información de privilegio está en la mente del exgobernante y, para su fin, tiene las pruebas que avalan algunas de esas teorías, hasta hoy impublicables.
Fue entonces que la gobernadora se aventuró a preguntarle a Adriana Terrazas si tenía una idea del contenido de la primera epístola del ‘César de los gobernadores’ a la máxima líder del panismo.
Adriana se sonrojó y advirtió que solo era la emisaria y de allí vino el rompimiento.

A Adriana Terrazas le ocurre como a muchos ‘limbáticos’ (habitantes del limbo) de la política. Ya no saben en cuál partido militan: dejó el PRI; la repudian en Morena, el partido de la acogida se siente cerca del Verde Ecologista por su relación con los Pérez Cuéllar.
Para su condición actual sería muy difícil brincar a Movimiento Ciudadano y, en el PAN, no le tienen confianza.
Una realidad inocultable es que los panistas no le tienen confianza a nadie. Ni en ellos mismos confían. Importantes activos que estuvieron en el gobierno de Javier Corral hacen el papel de apestados en el escenario de la política partidista.
En peor circunstancia se ubican los que hicieron alianza con Acción Nacional o los que declinaron a favor de ese partido para que Maru llegara al poder.
Los pocos favorecidos del PRI y el PRD fueron llamados, al inicio de la administración, pero a puestos sin ninguna trascendencia. Luego fueron despedidos.
No ocurre así con los panistas que son desechados de puestos públicos. En forma inmediata son reubicados en otras posiciones; los pecados de los panistas son perdonados, no ocurre así con los pecadores de otros partidos.

Adriana Terrazas anticipa, más confundida que Lázaro después del sepulcro, que quiere seguir participando en política. “Quiero hacerlo conforme la oportunidad se vaya presentando en política… las cosas se van decantando”.
Muy segura sentencia que “siempre ha levantado la mano, la vuelvo a levantar…las circunstancias van a venir determinando lo que sigue en mi vida política”.

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