La bola, el strike… y el pleito político

por Talcual
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Batalló más que funcionario honesto en licitación pública, pero finalmente una bola fue marcada “strae” (así como lo gritó el ampáyer con todo y acento internacional) y los indios de Juárez se llevaron el triunfo frente a los aguerridos Algodoneros de Delicias, que ya con puro orgullo seguían bateando como si se tratara de una causa perdida.

La serie se alargó hasta el séptimo juego, como si fueran telenovela de las largas, esas que nunca acaban y siempre regresan con capítulo extra. Y eso que Delicias ya estaba literalmente en la lona, pero se levantó como boxeador de barrio, ganó tres juegos al hilo y nos regaló drama digno de Netflix deportivo.

El Estadio Juárez se convirtió en romería política disfrazada de béisbol. Había más alcaldes que vendedores de cerveza: ahí andaba Jesús Valenciano, el de Delicias, saludando como si fuera mitin; y claro, no podía faltar Cruz Pérez Cuéllar, quien ya agarró la costumbre de andar en todos los eventos multitudinarios, porque nunca se sabe cuándo se ocupa una selfie con el pueblo bueno.

El resultado fue doble: los Indios le ganaron a los Algodoneros… y Cruz le ganó a Valenciano en el marcador político, pues mientras uno aplaudía desde la tribuna, el otro ya se veía repartiendo abrazos en el estadio.

Y como si esto fuera eliminatoria electoral, el próximo fin de semana la serie estelar será: Marco Bonilla con sus Dorados vs. Cruz Pérez Cuéllar con sus Indios de Juárez. Ahí sí que ni la porra de cerveza, ni el ampáyer con su “strae” podrán salvarlos de que alguien quede eliminado… pero del ánimo de la afición.

Cruz en la capital: el padrino de los comités

Cruz en la capital de Chihuahua

El alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, anda con agenda doble: administra la frontera más grande del país y, al mismo tiempo, fortalece su proyecto político con miras al 2027. Ayer de nueva cuenta estuvo en la capital, no en visita institucional, sino en actividades partidistas, apadrinando la integración de comités seccionales de Morena.

Según se anunció, ya se conformaron 70 comités en igual número de colonias de Chihuahua capital, con la promesa de que cada domingo, de aquí hasta enero de 2026, se replicará la tarea. La meta es tan ambiciosa como arriesgada: nada menos que 70 mil comités en todo el estado.

Se dice fácil, pero no lo es. Aunque, si se considera que Ciudad Juárez por sí sola puede aportar la mitad de esa estructura, el cálculo deja de sonar tan descabellado. Ayer, Pérez Cuéllar fue el “padrino” del comité en la colonia Santa Rosa, uno de los barrios más tradicionales de la capital. Apenas el domingo pasado, también se había dejado ver en eventos de afiliación morenista en la ciudad de Chihuahua.

La estrategia no es nueva. El PRI la diseñó y perfeccionó hasta convertirla en la columna vertebral de su hegemonía política durante casi siete décadas. Los comités seccionales funcionaban como auténticas redes de control y movilización electoral. Morena, con pragmatismo absoluto, recoge la lección priísta y la actualiza. No es casualidad: su propio fundador, Andrés Manuel López Obrador, emergió de aquellas filas y entendió en carne propia el valor de la organización territorial.

El resultado final puede ser una maquinaria político-electoral de proporciones considerables. Pérez Cuéllar lo sabe y por eso insiste en dejar huella en la capital. En Juárez, electoralmente, no tiene sobresaltos; pero el capital político que logre cosechar en otros municipios puede ser decisivo cuando llegue el momento de la candidatura a la gubernatura.

Por lo pronto, entre inauguraciones de comités, discursos y fotos en colonias de Chihuahua, Cruz manda el mensaje claro: su campaña del 2027 no empezará en Juárez… sino en la capital del estado.

La mosca, la sequía y el freno al ganado

 

La reactivación de la exportación de ganado hacia Estados Unidos parece tener ya fecha tentativa: finales de octubre o principios de noviembre. Claro, no porque se haya acelerado algún trámite o se haya descubierto la pólvora en materia de acuerdos binacionales, sino porque la naturaleza, con sus bajas temperaturas, se encargará de ponerle alto a la famosa mosca del gusano barrenador. Así lo consideró Ricardo Terrazas, presidente de la Asociación Ganadera Local de Chihuahua.

El detalle es que los ganaderos no pueden esperar a que caiga la primera helada. La sequía, esa vieja enemiga que ya se volvió huésped permanente del campo chihuahuense, los obliga a seguir vendiendo sus animales antes de que falte el agua o el forraje. “Los productores siguen vendiendo porque ya no los pueden tener”, explicó Terrazas, subrayando una realidad que no necesita mayores tecnicismos: el ganado tiene hambre y sed, y el campo ya no alcanza a sostenerlo.

Mientras tanto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) mantiene la lupa puesta en los monitoreos que realizan el Gobierno federal y estatal con trampas distribuidas en distintas zonas. Será ese seguimiento el que determine si la plaga ha avanzado lo suficiente como para mantener el bloqueo o, por el contrario, permitir la ansiada reapertura.

Los productores, sin embargo, viven en la cuerda floja. Venden anticipadamente, pierden valor en sus animales y, al mismo tiempo, enfrentan el desgaste de un campo que se agota. Y en medio de ese panorama, lo que debería ser una decisión técnica de sanidad animal, se convierte en un asunto de supervivencia económica para miles de familias.

La pregunta que queda flotando es si para cuando el frío llegue y la mosca del gusano barrenador se retraiga, todavía quedará ganado qué exportar.

 

 

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