La elección de la nueva dirigencia juvenil del PAN fue mucho más que una simple renovación generacional; fue un movimiento quirúrgicamente planeado, con nombre, apellido y código postal: Maru Campos, Chihuahua, capital.
Dicen en los pasillos del blanquiazul que el ascenso de Daniela Aguilar al frente de Acción Juvenil no fue fruto del azar ni de méritos espontáneos —aunque algo de eso hay—, sino de una operación política al más puro estilo del “marucampismo”, donde nada se deja al azar y todo se calcula con bisturí electoral.
Quienes estuvieron en la línea de fuego lo saben: Alfredo Chávez, Daniela Álvarez, “La China” Frías, Carlos Olson, Fernando Álvarez, y un escuadrón de diputados locales y federales que no solo acompañaron, sino literalmente tomaron por asalto la Asamblea Nacional Juvenil con la delegación más numerosa del país: 230 almas con credencial azul.
Esa clase de números no se improvisan. Hacía 35 años que Chihuahua no olía una victoria en Acción Juvenil a nivel nacional, y ahora no solo la huelen, la presumen y la celebran como trofeo político. El mensaje fue claro: la gobernadora juega en las grandes ligas del PAN, y lo hace con fuerza.
El dato que verdaderamente prende focos en la sede nacional panista es que Maru logró alinear los astros internos: tuvo el respaldo de sus pares gobernadores y hasta del dirigente nacional Jorge Romero, quien de inmediato reconoció la fuerza del movimiento. Vaya, lo que no consiguió Santiago Creel con años de experiencia y labia, lo tejió Maru en corto y con juventud de por medio.
La elección de Daniela Aguilar es, en los hechos, el inicio de una nueva etapa para el panismo juvenil, pero también la evidencia de que desde el norte se está construyendo algo más que cuadros juveniles: se está generando una narrativa de poder, estructura y liderazgo que, si nadie lo impide, buscará proyectarse a nivel nacional.
Porque en política nada es casual y todo es causal. Y si alguien aún duda del colmillo de Maru Campos, que eche un vistazo a la dirigencia juvenil: nueva sangre, sí, pero con músculo viejo.
Adán Augusto y su tour por la sombra

ADÁN AUGUSTO Y LOS QUE SE ESCONDEN PARA NO SALIR EN LA FOTO
¡Ay, el poderoso senador Adán Augusto López Hernández! Ese prócer de la patria morenista, el mismísimo delfín sin pecera de la Cuarta Transformación. Si Morena fuera una novela, él sería ese personaje que aparece en todos los capítulos… hasta que, de pronto, se lo traga el guion.
Resulta que en el más reciente Consejo Político Nacional del partido guinda, el excelentísimo exgobernador, exsecretario de Gobernación, exprecandidato y actual evasor de micrófonos, fue enviado al rincón. Sí, al rincón. No por mala conducta, sino porque en estos días andar con Adán Augusto es como cargar con un garrafón de gasolina cerca de una fogata: nadie quiere que se prenda el chisme.
Y es que, qué curioso, desde hace días desapareció del radar. No fue por obra de la oposición, no señor. Fue la mismísima Sedena (a la que tanto le gusta jugar a la transparencia… a ratitos) la que destapó la cloaca: su exsecretario de Seguridad Pública en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, está en calidad de prófugo y lo busca hasta el gato del vecino en 144 países.
Eso sí, Adán no se escondió del todo. Como quien asoma la cabeza desde debajo de la cama, se dejó ver en el Consejo, pero sentadito en una esquinita, lejitos de los reflectores y aún más lejos de los reporteros. Le armaron un corralito de preguntas, pero aplicó la de Poncio Pilatos versión tropical: se lavó las manos con agua de pozo y se deslindó de su “examigo”, “exsocio” y “exmano derecha”. Qué conveniente que todo sea “ex” cuando la Interpol anda rondando.
La presidenta de Morena, por su parte, casi hace un performance dramático en pleno evento. Se desgarró las vestiduras como si estuviera en la final de una telenovela de Televisa. “¡No somos iguales!”, gritó entre sollozos que, dicen algunos, parecían sinceros. Aunque desde las gradas alguien gritó: “¡Tienen razón, son peores!”
Mientras tanto, Adán sonríe con la tranquilidad del que sabe que, en México, si estás cubierto por el manto sagrado de la 4T y tienes como hermano espiritual al mismísimo ex presidente López Obrador, puedes caminar sobre lava sin chamuscarte los huaraches.
Pero no se preocupen, esto no es una historia de impunidad. Es simplemente otra temporada más de la Cuarta Transformación: edición “el que nada debe, no se sienta adelante”.
“El Club del Recuerdo y la nostalgia por el poder”

QUIEREN SEGUIR TENIENDO PODER POLÍTICO
Por allá, en las tierras llanas y calurosas de Camargo, se dio hace días un emotivo reencuentro que bien pudo llamarse “Tres Hombres y un Foro”, pero que en realidad parecía más bien una junta de exalumnos del poder. Se reunieron los exgobernadores Fernando Baeza, Patricio Martínez y Reyes Baeza, quienes, entre suspiros y recuerdos de cuando movían los hilos del estado, participaron en un evento que oficialmente fue de “análisis y reflexión ciudadana” … aunque en los hechos fue más bien de nostalgia y grilla disfrazada de preocupación social.
Los temas eran de alto calibre: economía, agua, seguridad… pero más que soluciones, lo que abundaron fueron guiños políticos. Dicen los que estuvieron ahí que, detrás del discurso ciudadano, se escondía un mensaje con destinatario claro y sello de viejos lobos de mar: las dirigencias del PAN y PRI. El recado iba con dedicatoria y letra negrita: “No se les ocurra irse por separado en 2027, porque MORENA les va a pasar por encima”.
Y cómo no preocuparse, si del lado guinda ya suenan con fuerza nombres como Cruz Pérez Cuéllar y Ariadna Montiel ya que Andrea Chávez la ahijada política del Senador Adán Augusto –El mismo que compartía el pan y sal con su ex secretario de Seguridad Pública de Tabasco y quien resultó ser el jefe de una banda criminal-. Por ese motivo, dicen que ha quedado descartada.
Mientras tanto, el PRI, que anda buscando cómo volver a ser relevante sin que se note la desesperación, ya soltó el amague de que quiere ir solo, con nada más y nada menos que Tony Meléndez como su carta fuerte. Sí, el mismo que canta, sonríe y jura que ahora sí tiene con qué. Algunos priistas se emocionan y hasta comparan su potencial con aquella “hazaña” del futbolista Cuauhtémoc Blanco en Morelos. Lástima que se les olvida el final del cuento: Cuauhtémoc terminó más como chisme de espectáculos que como gobernante.
Así las cosas, en Camargo, donde el análisis ciudadano fue más bien un ensayo de estrategia electoral encubierta. El “Club del Recuerdo” dejó claro que los exgobernadores no se jubilan de la grilla, solo la actualizan… y que, aunque ya no tienen el poder, todavía quieren opinar sobre quién debe tenerlo.
Quién diría que, entre discursos de agua y seguridad, lo que realmente fluía era el miedo: miedo a quedarse fuera del pastel político del 2027, miedo a que la alianza truene, y, sobre todo, miedo a aceptar que los tiempos ya cambiaron… y que no todos los exgobernadores vuelven.